Rubén era un niño muy feliz. Sus papás y su hermano Óscar lo querían mucho y les encantaba hacer cosas juntos. También tenía muchos amigos con los que jugaba cada día, pero, su mejor amigo era Rusti, un perrito al que adoraba y con el que iba siempre a todos lados.
Quedaba muy poco para que llegase la Navidad y los niños ya pensaban en los regalos que iban a pedir ese año. Hablaban de nuevos juguetes, de chucherías, libros y un montón de cosas más.
Un día, mientras los amigos de Rubén jugaban en el parque, apareció el niño con Rusti. A todos les gustaba mucho jugar con el perro de Rubén:
- Rubén, ¡suelta a Rusti para que corra con nosotros! – le decían los niños
- Mis padres dicen que no lo puedo soltar. Rusti es pequeño aún y puede escaparse – les explicaba Rubén.
Pero los niños estaban empeñados en soltar a Rusti así que, al final, se salieron con la suya y convencieron a Rubén para que lo soltara.
Todos corrieron y jugaron con el perro de su amigo. Le tiraban piedras para que fuera a por ellas hasta que, de repente, Rusti se escapó.
Rubén lo llamaba a gritos y todos sus amigos lo buscaban por todos lados, pero Rusti no aparecía.
Rubén se fue a casa muy triste. Su mejor amigo se había ido y no sabía dónde encontrarlo. Le contó a sus padres muy avergonzado lo que había pasado por haberles desobedecido y entre todos buscaron a Rusti.
Pusieron carteles, preguntaron a todo el mundo y recorrieron todas las calles, pero Rusti no aparecía.
Al día siguiente, estando en el colegio, todos vieron lo triste que estaba Rubén. Ya no era el niño feliz que siempre estaba contento jugando con todos.
Ese día, la profesora les pidió que escribieran una carta a los Reyes Magos con lo tres regalos que más querían. Entonces, todos los niños escribieron sus cartas y las leyeron en voz alta.
A Rubén le tocó leer la suya el primero así que lo hizo muy triste:
- Yo este año sólo quiero pedir a los Reyes Magos una regalo: que encuentren a Rusti y me lo traigan de nuevo.
- Rubén, el ejercicio consistía en escribir tres regalos como, por ejemplo, un juguete, un libro y chucherías. Se que estás muy triste, pero los Reyes Magos no pueden traerte a Rusti – le dijo la profesora.
Los amigos de Rubén se dieron cuenta de que Rusti se había escapado por su culpa y de que Rubén estaba muy muy muy triste. Quisieron ayudarlo y, de repente, todos cambiaron sus cartas y las fueron leyendo en voz alta:
- Profesora, yo este año también quiero pedir sólo un regalo: quiero que los Reyes busquen a Rusti y que Rubén sea otra vez tan feliz . Seguro que los Reyes Magos son capaces de encontrarlo – leyó el primer niño
- ¡Yo quiero lo mismo! – dijo el siguiente niño
Y así, todos los niños pidieron en sus cartas a los Reyes Magos que Rubén recuperara a su perrito y esperaron con impaciencia a que llegara la noche de Reyes.
Esa mañana, cuando los niños despertaron en sus casas, vieron cómo todo estaba lleno de regalos. Estaban muy sorprendidos porque ellos no había pedido en sus cartas ningún juguete, pero todos encontraron una notita que decía:
"Habéis reconocido vuestro error eligiendo hacer feliz a un amigo antes que pedir cualquier juguete. Eso os hace unos niños buenos, así que aquí tenéis un montón de juguetes como agradecimiento y regalo."
Firmado: Los Reyes Magos
Cuando se despertó Rubén encontró también muchos regalos y juguetes. Había una caja más grande que se movía y cuando Rubén se acercó a abrirla, su amigo Rusti salió de la caja dando un salto de felicidad enorme.
- ¡Rusti! ¡Cuánto te he echado de menos! Prométeme que serás un perro bueno y no volverás a escaparte
- ¡Guau, guau! - ladró Rusti mientras daba un lametazo en la cara a Rubén.
Y por fin, Rubén y Rusti volvieron a estar juntos para no separarse nunca jamás.