Cuando Pepo abrió la puerta del balcón de su habitación se encontró allí a un niño un poco extraño. Tenía la cabeza grande y el cuerpo pequeño. Tenía tres ojos, era morado y en lugar de piernas tenía una especie de patitas tan cortas que parecía que flotaba.
El niño extraño lloraba sin hacer mucho ruido, y dio un respingo cuando Pepo se acercó.
- No te asustes, soy Pepo. ¿Quién eres tú?
- Soy Trestrés, habitante del planeta Treliatón - contestó el extraño -
- ¡Eres un extraterrestre! - dijo Pepo - ¡Wow! ¿Cómo has llegado hasta aquí?
- Viajaba en mi cápsula intertemporal multidimensional cuando la máquina falló y caí aquí - dijo Trestrés - Estaba en una misión de exploración buscando otro planeta para llevar allí al resto de treliatonianos. Nuestro planeta está a punto de explotar. Tengo que regresar a por ellos.
- Te ayudaré - dijo Pepo - Arreglaremos tu cápsula. ¿Dónde está?
Trestrés dibujó un círculo con los cuatro dedos de su mano y apareció la cápsula.
- Aquí está -dijo el extraterrestre.
- Manos a la obra - dijo Pepo - Iré a por la caja de herramientas y a por lo que necesites.
Pepo cogió su caja de herramientas de juguete y todo lo que Trestrés le pidió. En poco rato la cápsula estaba arreglada.
- ¡Listo! -dijo Pepo, orgulloso del trabajo que habían hecho.
- No del todo - dijo Trestrés -. Ahora hay que fabricar una lanzadera que proyecte la cápsula al espacio.
- ¿Cómo hacemos eso? -pregunto Pepo.
- No lo sé - lloró Trestrés.
- No te preocupes, buscaré en Internet.
Pepo buscó en Internet cómo hacer una lanzadera espacial, y encontró unas cuantas propuestas en una página canadiense de experimentos científicos para niños. Imprimió las instrucciones y se puso a trabajar junto a Trestrés.
Era casi de noche cuando Trestrés y Pepo terminaron de construir la lanzadera.
-
Parece que esto está listo -dijo Pepo.
- Tendré que darme prisa para salir cuanto antes. En unos minutos no quedará apenas luz.
- Puedes esperar hasta mañana si quieres -dijo Pepo, un poco apenado por la marcha de su nuevo y extraño amigo.
- Te lo agradezco, Pepo. Me encantaría, pero mis amigos me necesitan -dijo Trestrés.
- Pues entonces no hay tiempo que perder -dijo Pepo-. Tus amigos son mis amigos. Te ayudaré con el lanzamiento.
Y en cuestión de dos minutos la cápsula de Trestrés salió disparada hacia el cielo.
Y así fue con Pepo salvó a los treliatonianos, que meses después le invitaron a visitar su nuevo hogar y le recibieron como un auténtico héroe.