A Piluca le gustaba mucho hacer aviones de papel y jugar con ellos. Piluca decía que de mayor quería ser piloto. Por eso todo el mundo la llamaba Piluca Pilota.
Al principio era muy gracioso. Incluso a Piluca le encantaba que la llamaran Piluca Pilota. Pero cuando se fue haciendo mayor la gente empezó a reírse de ella y de su mote.
-El trabajo de piloto es para chicos, Piluca -le decían-. Por eso solo existe la palabra piloto, y no pilota.
- Es mentira, hay muchas chicas pilotas, aunque de momento haya menos -contestaba ella-. Y, además, pilota está bien dicho. Pilota existe.
Y es verdad. Pilota está bien dicho. Pero como la ignorancia es atrevida y no tiene vergüenza, ahí seguían metiéndose con Piluca, unos y otros, riéndose y burlándose de ella.
Piluca no entendía qué tenía de gracioso intentar acabar con los sueños de los demás, ni por qué lo hacían.
“¿Por qué no se centran en tener sus propios sueños, en vez de reírse de los de los demás?”, se preguntaba Piluca.
El tiempo fue pasando y Piluca cada vez hacía aviones de papel más interesantes, pero no se los enseñaba a nadie. También había empezado a hacer maquetas, primero pequeñas, luego más grandes. Pero esto solo lo sabían en su casa.
Y cuando cumplió 10 años pidió que le compraran un avión de radiocontrol. Y así empezó a volar Piluca, desde el suelo. ¡Qué piruetas hacía en el aire! ¡Qué figuras!
Tanto entrenó que en dos años se convirtió en campeona nacional de su categoría. Todo el mundo quería entrevistar a Piluca Pilota, que llevaba su mote con orgullo para demostrar que sí, que ella quería ser pilota.
C
uando los que se reían de ella vieron a dónde había llegado con tan solo doce años se pusieron rojos de vergüenza -alguno también verde de envidia-.
“¿Quién se ríe ahora, eh?”, pensaba Piluca. Pero se lo callaba, porque en el fondo le daba igual. Piluca tenía claro su objetivo, que no tenía nada que ver con demostrarle nada a nadie.
Y ahí sigue Piluca, luchando por su sueño. Y cuando se ríen de ella, Piluca piensa que la burla es una piedra. Pero en vez de ocultarse para que la piedra no le dé, Piluca se retira, la deja caer y luego la coloca sobre las demás para subirse en ellas y llegar más alto.