Bicho Raro busca amigo
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Bicho Raro busca amigo

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
Bicho Raro busca amigo Había una vez un lugar donde vivían todo tipo de criaturas fantásticas. Había hadas, brujas, brujos, trolls, magos, magas, dragones, gnomos, enanitos, elfos y cualquier otro ser imaginable.

Un día apareció por allí un ser verde y peludo, con grandes orejas y diminutos pies, con dos antenas en las que, al parecer, tenía el sentido del olfato.

Nadie le hacía caso, y eso que él se metía entre los demás seres, a ver si alguien le decía algo. Pero nada, todo el mundo se volvía hacia otro lado, sin prestarle atención.

Un día, este ser ver y peludo se puso un poco pesado y terminó cansando a un hada, que le gritó:

-¡Vete, bicho raro!

Todos los demás seres empezaron a corear lo mismo:

-¡Vete, bicho raro! ¡Vete, bicho raro!

El ser peludo y verde se fue muy triste, porque vio a la gente muy enfadada con él. Al menos, pensó, ya tenía nombre: Bicho Raro.

Bicho Raro siguió su paseo entre los seres de aquel curioso lugar, pero en todas las partes le recibían igual:

-¡Vete, bicho raro! ¡Vete, bicho raro!

Bicho Raro encontró una cueva solitaria y allí se escondió. Después de estar tres días y tres noches llorando sin parar alguien le dijo desde el fondo de la cueva, con voz grave y profunda.

-¿Quién anda ahí, que no para de llorar? Llevo días escuchando pacientemente y ya no puedo más. Si quieres vivir aquí, puedo compartir la cueva contigo, pero no llores.

Bicho Raro se había quedado helado. Si hubiera podido mover un músculo habría salido de allí en un santiamén.
-No tengas miedo, amiguito -se oyó decir-. Voy a salir despacio. No quiero que te asustes. No voy a hacerte daño.

Poco a poco fue apareciendo un dragón verrugoso de color verde. Y si esto no fuera poco, el dragón estaba tuerto y cojo. Sin embargo, despedía un agradable olor a flores silvestres.

-¿Cómo te llamas? -preguntó el dragón.

-No tenía nombre hasta hace unos días, cuando la gente empezó a llamarme Bicho Raro -dijo asustado.

-Y, ¿qué haces por aquí? -preguntó el dragón.

-Busco un amigo, pero nadie me quiere -dijo Bicho Raro.

-Yo puedo ser tu amigo, si tú quieres -dijo el dragón.

-Bicho Raro busca amigo¿De verdad? -preguntó Bicho Raro-. ¿No te doy asco, ni te parezco demasiado raro?

-Yo podría preguntarte a ti lo mismo -dijo el dragón-. Pero, ¿tanto importa el aspecto? No puedo juzgarte solo por eso.

-Gracias, dragón -dijo Bicho Raro-. Seremos amigos. ¿Cómo te llamas?

-No tengo nombre -dijo el dragón-. Puedes ponérmelo tú, si quieres.

-Entonces te llamaré Amigo -dijo el dragón.

-Gracias Bicho Raro -dijo el dragón-. Es el mejor nombre del mundo.

Bicho Raro ya tiene un amigo. Juntos pasean de vez en cuando fuera de la cueva, orgullosos de tenerse el uno al otro. Y si los demás se metían con él, o con ellos, ¡ni caso! ¡Ya les gustaría a ellos ser tan felices como eran Bicho Raro y el dragón Amigo!
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