El monstruo de las manos doradas
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El monstruo de las manos doradas

Edades:
A partir de 4 años
El monstruo de las manos doradas Nadie sabía en el bosque por qué el monstruo de las manos doradas se llamaba así. Todos los animales tenían su propia idea. Algunos pensaban que era porque había metido las manos en un cofre con monedas de oro y estas se deshicieron y mancharon sus manos.

Los osos de las cuevas pensaban que había arrancado tantas flores a su paso que sus manos quedaron manchadas.

Los monos pensaban que era una forma de hacer diferente a los monstruos para que no se acercara al resto de animales.

Los insectos pensaban que la naturaleza había vestido sus manos de oro porque los animales fuertes tenían esos privilegios que ellos no tenían.

Los cocodrilos creían que tenían las manos doradas porque el sol se las había quemado.

Cada uno tenía su teoría pero, pasará lo que pasará, cada vez que el monstruo de las manos doradas salía de su cueva todos se escondían. Todos le tenían miedo, ya que tenían por seguro que era agresivo, que no sabía jugar a nada,que no quería hablar con nadie y, sobre todo, que tenía hambre.

Al monstruo de las manos doradas le gustaba salir en invierno, así que los últimos días de verano todos los animales creaban sus nidos para cuando llegara el frío nadie los descubriera.

Ese invierno todos habían preparado su escondite menos un pajarito llamado Nito. Nito era una pequeña águila feliz que no entendía por qué se tenía que esconder de alguien que no conocía. Llegó el día en el que el monstruo de las manos doradas salió de la cueva y empezó a caminar entre los árboles hasta que se encontró a Nito.

El monstruo abrió los ojos y le dijo:

-¡Eh! ¡Qué susto! Nunca había visto animales por este bosque.

-¿Cómo que susto? Si aquí el que asusta eres tú –-dijo Nito sorprendido y casi riéndose.

-¿Y? A quién voy a asustar si nunca hay nadie. No hago nada malo. Salgo a comer mis hierbas y lechugas y a disfrutar de la nieve que trae el invierno.

-¿Nada más? –dijo Nito sin ningún tipo de miedo en su cuerpo-. Todos pensamos que eras un monstruo feroz.

-¿Quiénes son todos? A mí no me gusta hacer daño y además no me enfado sin motivos -contestó el monstruo extrañado.

-Todos los animales están escondidos para que tú no les hagas daño con tus manos doradas los meses de invierno. ¿Por qué tienes las manos de ese color -dijo Nito.

-¡Entonces el bosque está lleno de animales! Mis manos son doradas porque nací así -respondió el monstruo.

El monstruo de las manos doradas-Ah….pensamos que tendría otra explicación -dijo Nito, pensando que al final no había mucho misterio.

-Todos somos diferentes, cada uno nace con una cosa distinta. No entiendo vuestro miedo. Antes de tener miedo tendríais que comprobar que las cosas son verdad -dijo el monstruo con voz triste.

-No te preocupes. Yo hablaré con todos y mañana mismo conocerás al resto de animales -dijo Nito, convencido de que el resto de animales pedirían perdón al monstruo y así nadie tendría que esconderse.

Así fue. Cuando Nito explicó a todos lo sucedido, cada uno de los habitantes del bosque salió a saludar al monstruo de las manos doradas, le pidieron perdón y entendieron que a veces uno es diferente porque nace así, no porque se haya buscado nada.
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