Cristina estaba muy atenta a la clase. De repente, don Mateo interrumpió la lección para decir a Luis:
-Luisito, vuelve, que estás en Babia.
Luisito dio un respingo, se sentó bien y dijo:
-Perdón, profe, ya vuelvo.
Cristina se quedó pensativa.
- ¿En Babia? -pensó Cristina-. Pero ¡si no se ha movido de su sitio!
-Cristina, ¿pasa algo? -preguntó don Mateo.
-¿Dónde está Babia? -preguntó Cristina-. Y ¿cómo ha ido Luis allí, si no se ha movido?
Todos los niños prestaron mucha atención, porque no se habían dado cuenta, pero era una situación muy curiosa.
-Babia está en la provincia de León -dijo el maestro.
-Pero ¿existe? -preguntó Cristina.
-Sí, por supuesto. Es una comarca -dijo el maestro. No es ningún mundo imaginario ni nada por el estilo.
-Entonces ¿cómo es que Luis se ha ido a Babia sin levantarse de la silla? -preguntó Cristina.
-
Estar en Babia es una expresión popular -dijo el maestro-. Veréis: en la Edad Media a los reyes les gustaba ir de vacaciones a Babia a cazar y a distraerse. Y mientras estaban allí no podían atender los asuntos del pueblo, porque entonces no había móviles ni cosas por el estilo. Así que, cuando preguntaban por el rey y decían que estaba en Babia ya sabían que no estaba disponible, Y debían de ir mucho, porque así se creó una expresión que ha durado siglos y se dice cuando alguien está distraído y no se entera de lo que le dicen, como si no estuviera presente.
Cristina se quedó más tranquila pensando que Babia no era ningún lugar extraño. ¡Menos mal que preguntó!