Todos los niños estaban en el recreo, así que era el momento ideal para que lapiceros, rotuladores, bolígrafos, rotuladores y demás objetos de la panda del material escolar pudieran jugar y charlar.
En la mesa de Darío se estaba produciendo una curiosa discusión. Un lapicero y una goma se peleaban por demostrar quién era más importante.
-Los lapiceros somos más importantes, porque sin nosotros no se podría escribir.
-Y sin nosotras, las gomas, la mayoría de lo que hacen con vosotros no serviría para nada.
-Sin duda, los más importantes son los lapiceros con goma, pues lo tenemos todo.
-¿Qué dices? Los lapiceros originales somos el origen de todos vosotros. Somos los más importantes.
Todos se habían animado y discutían, intentando destacar por encima de los demás. Desde la mesa del profesor, una vieja pluma estilográfica llamó al orden.
-¡Ejem! No discutáis. Aquí todos cumplimos nuestro papel. ¿Sabíais que la goma de borrar no surgió hasta doscientos años después de que se inventara el lapicero?
-¡Ja! -rió el lapicero.
-No te rías tanto, lapicero -le regañó la pluma-. Puede que sin la goma hubieras sido un invento condenado al olvido o que tu uso no estuviera tan extenido como ahora. Al fin y al cabo, ya había con qué escribir.
-Pero la tinta no se borra -dijo el bolígrafo.
-Pero borrar el lapicero tampoco era fácil cuando se inventó. Gracias a la goma, el lapicero empezó a ser mucho más práctico. ¿Queréis saber la historia?
-¡Sí! -gritaron todos a coro. Las historias de la vieja pluma estilográfica eran siempre muy interesantes.
-Veréis, aunque parezca mentira, el lapicero más parecido a los que se usan hoy se inventó en el año 1565. Pero lo más parecido a una goma de borrar no apareció hasta 200 años después. La goma de borrar, tal y como la conocemos hoy, tardó otro siglo más en ver la luz.
-Entonces, ¿con qué borraban? -preguntó la goma.
-Con miga de pan -dijo la pluma.
-¡Anda ya! ¡Nos tomas el pelo! -dijo el lapicero.
-Sí, sí, con miga de pan -dijo la vieja pluma-. Pero la miga de pan tenía que estar fresca y, por aquella época, eso no era tan fácil de encontrar. Ahora comemos pan recién hecho todos los días, pero antes el pan tenía que durar varios días. Además, tampoco sobraba la comida, y no estaba la cosa como para emplearla en algo que no fuera comer. Sin embargo, por casualidad, en el año 1770, un tal Joseph Priestley descubrió que, tras frotar con un trozo de caucho sobre un papel en el que se había escrito con lapicero, la marca del lapicero desaparecía.
-Pero acaba de decir que tardaremos un siglo más en aparecer -dijo la goma de borrar.
-Casi -dijo la pluma-. El problema del caucho es que se pudría enseguida, dando muy mal olor, por lo que los borradores de ese material no resultaban muy prácticos. Eran demasiado caros para lo poco que duraban. Sin embargo, en el año 1844, un señor llamado Charles Goodyear inventó un proceso que permitió darle al caucho más duración.
r/>-¿Goodyear, como la marca de neumáticos? -preguntó el lapicero-. A Darío le encanta dibujar coches de Fórmula 1 con estos neumáticos.
-Sí, efectivamente, como los neumáticos, que también son de caucho -dijo la pluma.
-¿Y cómo se llama el proceso ese tan raro que inventó el señor Goodyear? -preguntó la goma de borrar.
-Ese proceso se llama vulcanización -dijo la pluma-, y fue descubierto por el señor Goodyear por casualidad. Pero eso os lo contaré otro día. Volved a vuestros puestos, que ya ha sonado la campana y los niños vienen de vuelta.
-¿Hacemos las paces? -dijo la goma de borrar.
-De acuerdo -dijo el lapicero-. Sin ti seguro que Darío preferiría el bolígrafo o las pinturas de colores.
-¡Silencio! -dijo la maestra-. Sacad vuestros blocs de dibujo. Hoy vamos a aprender una técnica de dibujo con lapicero que os encantará.
La goma de borrar y el lapicero se miraron y se guiñaron un ojo, listos para realizar un gran trabajo en manos de Darío.