El Club de los Golosos y el robo de la receta secreta
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El Club de los Golosos y el robo de la receta secreta

Edades:
A partir de 6 años
El Club de los Golosos y el robo de la receta secreta La ciudad de Villagalleta era famosa por las galletas que hacía don Paquito Pastelito en su confitería. Todo el mundo quería saber la receta secreta de don Paquito Pastelito, pero este nunca cedía.

Cuando le pedía la receta, don Paquito Pastelito siempre decía lo mismo:

—Si compartiera la receta, ya no sería secreta, ¿no te parece?

Un día, don Paquito Pastelito salió gritando a la puerta de su pastelería:

—¡Me han robado la receta secreta de las galletas! ¡Me la han robado!

La noticia prontó llegó a oídos del Club de los Golosos, un grupo de niñas y niños que siempre andaban metiendo la nariz en cualquier misterio que se les presentara.

—Este caso nos viene al pelo —dijo Estela.

—Vamos, a don Paquito Pastelito le va a dar algo, y a los que disfrutamos tanto con sus galletas, también —dijo Andrés.

—¡No hay tiempo que perder! —exclamó Daniela.

—¡Pues ya estamos tardando! —dijo Antonio.

Los cuatro miembros del Club de los Golosos se acercaron a la confitería de don Paquito Pastelito a investigar.

—Vaya, vaya, aquí veo unas marcas extrañas —dijo Antonio.

—Y aquí hay un rastro sospechoso —dijo Daniela.

—Mirad, parece que sigue por aquí —dijo Andrés.

—Vamos, no os separéis y mantener los ojos bien abiertos —dijo Estela.


El rastro les llevó hasta el parque de Villagalleta. Allí, el rastro estaba un poco confuso. Aunque les costó un poco, por fin encontraron por dónde seguir y llegaron hasta un árbol.

En el árbol encontraron un nido con un pajarito que tenía un ala herida.

—¡El pajarito debe haber cogido la receta! —dijo Antonio.

—¿Para qué querría un pájaro la receta de don Paquito Pastelito —dijo Daniela.

—¿A lo mejor alguien le encargó el robo? —dijo Andrés.

Estela se acercó al pajarito y le preguntó qué había pasado.

El pajarito respondió:

—Estaba muy hambriento. Vi la receta y pensé que si me la comía tendría siempre el estómago lleno.

—Las recetas no se comen, pajarito, no alimentan —dijo Estela.

—Entonces la receta ha desaparecido —dijo Andrés.

—No, no ha desaparecido —dijo el pajarito—. No llegué a comérmela. Alguien me la quitó. Luché por ella y se me rompió el ala.

Estela organizó enseguida los pasos siguientes:

—Andrés y Daniela, llevad al pajarito al veterinario, para que le curen el ala rota y le den de comer. Antonio, tú y yo vamos a seguir el rastro de la receta

—Gracias, amiga. La receta me la robó un animal con la cola muy larga y peluda —dijo el pajarito.

—Vaya, la Ardilla Pilla otra vez —dijo Estela—. Vamos a buscarla.

Estela y Antonio encontraron a la ardilla Pilla llorando en el hueco de un árbol.

—Yo no quería hacerle daño al pajarito —decía—. Solo quería devolver la receta a don Paquito Pastelito.

âEl Club de los Golosos y el robo de la receta secreta€”Vamos, Ardilla Pilla, te llevaremos con el pajarito para que le pidas perdón —dijo Antonio.

—Y nos llevamos la receta, que esto no se come —dijo Estela.

—Lo siento mucho, no era mi intención hacer daño a nadie —dijo la Ardilla Pilla.

—Lo sabemos, Ardilla Pilla —dijo Antonio.

Cuando don Paquito Pastelito recuperó la receta se puso muy contento y recompensó a la Ardilla Pilla y al Club de los Golosos con un montón de galletas.

Y la Ardilla Pilla se quedó cuidando al pajarito en su nido mientras se curaba.

Don Paquito Pastelito visitaba al pajarito todos los días y le llevaba comida.

—Recuerda, cuando te cures y tengas hambre, solo tienes que venir a cantar a mi ventana, pajarito —le decía don Paquito Pastelito cada vez que lo veía—. A mí me gusta oirte cantar más que a ti mis galletas, no lo olvides.

Y así fue como todo volvió a la normalidad en Villagalleta, la ciudad donde se hacían las galletas más ricas del mundo.
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