Hace mucho tiempo vivió un dragón llamado Moradete. Moradete era un dragón muy amable. Durante muchos años Moradete vivió cerca de la gente, junto a un pueblecito entre montañas, en el que había nieve todo el año.
Moradete tenía su morada en una cueva, junto a una montaña. Desde ahí bajada todos los días la pueblo. Moradete encendía las hogueras de sus vecinos con su fuego y les llevaba volando cuando necesitaban viajar a algún lugar lejano. Los vecinos estaban muy agradecidos y apreciaban mucho a Moradete.
Esto fue así durante muchos años. Hasta que una día hubo un gran alud mientras Moradete estaba durmiendo en su cueva. El alud bloqueó la entrada de la cueva.
Moradete tardó semanas en poder derretir la nieve con su fuego y salir de la cueva. Cuando lo consiguió y bajó al pueblo ya no quedaba nadie allí. Moradete se quedó muy triste. Sin la ayuda de Moradete para encender las hogueras y para viajar cuando hacía falta, la gente decidió irse a otro lugar.
A Moradete no le gustaba estar solo, y estuvo llorando durante días. Hasta una mañana se levantó y pensó: “Voy a buscar otro lugar donde vivir, un lugar donde haya gente a la que ayudar”.
Moradete viajó por todo el mundo buscando un hogar. Pero nadie quería tenerle cerca, porque le tenían miedo. Estaba a punto de tirar la toalla cuando vio un pequeño castillo en medio de una gran prado. No lejos de allí había unas montañas. Moradete se acercó al castillo y llamó a la puerta.
-Soy Moradete, el dragón -dijo-. Pero no te asustes. No quiero hacer daño. Me he quedado solo y busco un nuevo hogar cerca de la gente. Pero todo el mundo tiene miedo de mí. Y yo solo quiero ayudar a los demás. A cambio solo busco un poco de cariño.
La puerta del castillo se abrió y de él salió un pequeño trol.
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Yo soy Trolete, el trol. Vivo aquí solo porque nadie me quiere cerca. Tienen miedo de mí, pero yo soy bueno. No quiero hacer daño a nadie. Encontré este castillo abandonado y me quedé aquí. Podemos compartirlo, si quieres.
-Gracias Trolete, pero yo solo soy tan grande como el castillo -dijo Moradete-. Pensaba buscar una cueva en las montañas y venir a verte. Puede encender la hoguera para que te calientes y cocines, y llevarte de viaje si quieres.
A Trolete le pareció buena idea. Y así lo hicieron. Su amistad se hizo tan famosa que poco a poco fueron llegando al castillo otros viajeros que buscaban compañía y un hogar. Y así Moradete encontró un nuevo hogar y una nueva familia.