Enzo y Leo eran compañeros en el club de fútbol infantil de la ciudad. Tres veces a la semana compartían sus entrenamientos, y los domingos se disputaban partidos contra otros equipos de niños tanto de la misma ciudad como de ciudades vecinas.
Los padres de Enzo tenían una muy buena situación económica, así que el niño tenía el mejor equipamiento de fútbol posible. Zapatillas de fútbol de la mejor marca, calcetines, protectores para sus piernas y demás accesorios de la mejor calidad posible eran parte del arsenal de Enzo para sus prácticas y partidos de fútbol.
En cambio, Leo no tenía tanta suerte. Sus padres se esforzaban trabajando, pero así y todo no podían darle las mismas posibilidades que los padres de Enzo al niño. Leo tenía que cuidar sus zapatillas con mucho esmero, ya que solo podían comprarle un par al año, lo mismo el resto de sus accesorios.
A pesar de esa diferencia, Leo era mucho mejor jugador que Enzo, y Enzo aunque apreciaba mucho a su amigo no entendía como teniendo un mejor equipo que su colega, no jugaba mejor que él.
Como quería ser un gran jugador de fútbol, Enzo decidió hablar del tema con su entrenador.
Así que la tarde siguiente, luego de entrenar, se quedó un momento para hacerlo.
—Entrenador, necesito hacerle una pregunta— dijo Enzo a su coach.
—Adelante, Enzo, ¿en qué puedo ayudarte.
—Bueno, usted sabe que quiero ser un gran futbolista de mayor.
—Lo sé, y lo veo en tu esfuerzo.
—Así es, pero no entiendo cómo es que mi amigo Leo juega mucho mejor que yo, si entrenamos juntos y además yo tengo accesorios mucho mejores que los suyos.
—Te diré una frase que me decía mi abuelo Enzo: es el indio, no la flecha.
—¿Cómo es eso, entrenador?
—Todos tenemos talentos diferentes, no todos tenemos las mismas virtudes. Y es el talento, y la dedicación que le pone cada uno lo que nos hace bueno en lo que hacemos, no los materiales que tengamos, aunque por supuesto influyan también.
—¿Y qué me recomienda entonces?
—¿Por qué no hablas con Leo? Aunque cada uno tenga su talento, puedes pedirle que te aconseje desde su punto de vista, y te comparta técnicas para mejorar. Seguro puede darte una mano.
El niño decidió h
acerle caso a su entrenador. La misma tarde habló del tema con su amigo Leo, y tras conversar con él se enteró de que Leo no solo acudía a los entrenamientos del club, sino que practicaba en su casa y miraba videos de futbolistas famosos para aprender técnicas nuevas. Leo invitó a Enzo a sumarse a sus prácticas y a mirar videos juntos para mejorar.
Pasado un tiempo Enzo logró mejorar mucho en su juego, tanto que con su amigo Leo formaron una gran pareja que se destacó en su equipo. Como agradecimiento por ser su “entrenador personal”, Enzo le regalo unas zapatillas de fútbol a Leo con las que soñaba de hacía mucho tiempo. La experiencia, no solo fortaleció al equipo de fútbol infantil, sino que también fortaleció la amistad de ambos niños.