En Villabella, cada verano se celebra un festival muy especial. El cielo se llena de globos grandes y coloridos. Pero estos globos no son comunes, ¡son mágicos!
Altea, una niña curiosa, siempre habÃa soñado con subir a uno de esos globos. Su amigo Simón, que era muy valiente e inteligente, y Jimena, la hermana pequeña de Simón, que era un poco miedosa, decidieron que ese dÃa irÃan juntos a la aventura.
—¡Vamos a ese! —dijo Altea, señalando un globo grande con estrellas y lunas.
Subieron al globo y empezaron a volar. Pronto llegaron a un bosque muy bonito donde los animales podÃan hablar.
—¿Dónde estamos? —preguntó Jimena.
—Es un bosque encantado —respondió Simón, mirando su mapa. —Necesitamos encontrar una flor que brilla para ir al siguiente lugar.
Juntos buscaron la flor y la encontraron brillando bajo un árbol.
—¡Aquà está! —exclamó Altea.
Tocaron la flor y su globo apareció otra vez. Ahora, el globo los llevó a unas islas en el cielo. Cada isla tenÃa un acertijo.
—Necesitamos pensar —dijo Simón.
—Yo tengo una idea —dijo Jimena, y asà resolvieron los acertijos juntos.
Después, llegaron a una ciudad bajo tierra. Era un laberinto grande y oscuro.
—Tengo miedo —dijo Jimena.
—Estoy aquà contigo —dijo Altea, y juntas encontraron la salida.
Pero de repente, un viento los llevó a un mundo muy oscuro. ParecÃa que no habÃa salida.
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€”¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Simón.
Altea recordó una historia antigua. Dijo:
—Necesitamos usar lo que aprendimos: valentÃa, ideas y confianza.
Los tres se tomaron de las manos, cerraron los ojos y desearon volver a casa. De pronto, estaban de nuevo en Villabella, justo a tiempo para el final del festival.
Sus padres los abrazaron muy felices.
—¿Qué aprendisteis? —preguntaron.
—¡Aprendimos que la magia está en nosotros! —dijeron los niños.