El gatito que no tenía amigos
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El gatito que no tenía amigos

Edades:
A partir de 4 años
El gatito que no tenía amigos Había una vez un gatito que estaba muy triste porque no tenía ningún amigo. El pobre gatito se pasaba el día buscando alguien con quien jugar, pero nadie le hacía caso. Los ratones salían corriendo al verle, los gatos miraban por otro lado cuando pasaba junto a ellos, y los perros se reían de él cuando se acercaba a ellos.

-No sé por qué todo el mundo tiene amigos menos yo -lloraba el gatito-, si yo solo quiero jugar y divertirme, como todo el mundo.

Un día, el gatito decidió resolver el misterio. Porque eso es lo que él llamaba un gran misterio. ¿Qué otra cosa podría ser si no?

El gatito fue a hablar con los ratones, pero ninguno de los que se quedó cerca quiso salir de su escondite. Los demás se habían ido tan lejos que probablemente no podrían encontrar el camino de vuelta.

Luego fue a ver a los gatos, pero lo único que consiguió fue unas cuantas pedradas en el lomo y un baño de agua fría y sucia.

Finalmente, el gatito fue a ver a los perros. Estos sí salieron a verle, pero enseguida se dieron la vuelta con cara de aburrimiento. Solo uno de ellos se quedó para hablar con él.

-¿Qué haces aquí, gatito? ¿No ves que es peligroso que un gato como tú esté entre tantos perros? -le preguntó el perro.

-Yo no veo el peligro -dijo el gatito-. Los perros nunca me han hecho nada. Solo venía a ver si alguien me ayudaba a resolver mi misterio.

-¿Qué misterio? -preguntó el perro.

-¿Cuál va a ser? -dijo el gatito-. El misterio que explique por qué no tengo amigos.

El perro estalló en una gran carcajada. Estuvo riéndose durante cinco minutos sin parar mientras el gatito le miraba serio y extrañado.

-Perdona, gatito, es que eres muy divertido -dijo el perro.

-Tan divertido no seré cuando no tengo amigos -se lamentó el gatito.

-Todo el mundo habla de esto, gatito -dijo el perro-. Pero parece que eres el único que no se ha enterado.

-¿Sabes qué pasa? -dijo el gatito-. ¿Me vas a ayudar a resolver el misterio?

-No hay ningún misterio, gatito -dijo el perro-. Los ratones no quieren jugar contigo porque los ratones no juegan con gatos.

-¿Por qué? -preguntó el gatito.

-¡Porque los gatos solo corren detrás de los ratones para comérselos! -exclamó el perro.

-Pero si yo no quiero comérmelos… -dijo el gatito-. Yo soy bueno. Solo quiero jugar.

-Eso díselo a los gatos, que no quieren jugar contigo porque dicen que eres muy bruto -dijo el perro.

-Yo no soy bruto -dijo el gatito.

-El gatito que no tenía amigosSí, eres un bruto -dijo el perro-. Y mientras no lo aceptes y cambies de actitud ningún gato querrá jugar contigo.

-Pero los perros sí que son brutos y tampoco quieren jugar conmigo -dijo el gatito.

-Porque los perros perseguimos a los gatos, y tú nos lo pones demasiado fácil -dijo el perro-. Además, la gracia de perseguir a un gato es que tenga miedo y no se defienda, y eso es justo lo contrario que haces tú.

-Entonces, ¿qué puedo hacer? -preguntó el gatito.

-Pórtate bien y no seas tan brusco -dijo el perro-. Fíjate en los gatos que tienen amigos y, simplemente, haz lo mismo que ellos.

-¡Buena idea! -dijo el gatito-. Gracias.

El gatito siguió el consejo del perro y, aunque le costó un poco cambiar, al final lo consiguió. Ahora, el gatito tiene muchos amigos, porque se porta de manera apropiada con ellos.
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