Jimmy y Clara eran dos amigos a los que les gustaba mucho descubrir cosas nuevas. No les daba miedo nada y eran capaces de todo.
No tenían más amigos, eran bastante traviesos, no les gustaba demasiado estudiar y siempre andaban haciendo trastadas a los demás.
Un día se fueron al campo de excursión y se les hizo muy de noche, pero como no tenían miedo ni les importaba que sus padres se preocuparan por ellos, siguieron caminando, hasta que, de repente, vieron unas luces muy extrañas.
- Clara, ¿Has visto esos destellos?
- ¡Sí! ¡Corre Jimmy! ¡Veamos de qué se trata!
Los dos fueron a toda prisa hasta que por fin vieron de qué se trataba.
- ¡Mira eso! ¿Qué crees que es? – preguntó Clara
- ¡No tengo ni dea! Lo que está claro es que los destellos venían del reflejo que provocan estos espejos tan grandes…¡Entremos dentro! – contestó Jimmy
Una puerta se abrió ante ellos y, sin pensárselo dos veces, entraron.
Ninguno de los dos podía creer lo que veían sus ojos… Era un laberinto de espejos con un montón de puertas que se abrían y cerraban.
Atravesaron una de esas puertas y viajaron a toda velocidad en el tiempo.
- Clara, ¿eres tú?
- ¿Jimmy? ¡Pareces un abuelo!
Los niños habían viajado al futuro y se habían convertido en dos ancianitos hasta que cruzaron otra de las puertas y, una vez más, viajaron en el tiempo hasta convertirse en dos niños pequeños.
Una tercera puerta se abrió y, al cruzarla, aparecieron de nuevo en el campo.
Los espejos se empezaron a poner muy negros y oyeron una voz que decía:
El laberinto de los espejos desaparecerá y solo podréis volver a él cuando empecéis a hacer el bien...Jimmy y Clara no entendían nada…Estuvieron pensando mucho, hasta que Clara se dio cuenta de algo:
- Jimmy, ¿Crees que el laberinto se refería a nuestras trastadas? La verdad es que siempre estamos disgustando a nuestros padres – dijo bastante arrepentida.
- ¡Anda ya! ¡Eso es una tontería! – Le contestó.
Al cabo de unos días los dos volvieron al lugar y cuando llegaron, el laberinto comenzó a aparecer de la nada.
Al intentar entrar, el laberinto solo dejó entrar a Clara, y Jimmy se dio cuenta de que quizá su amiga llevaba razón.
- ¡Laberinto! ¡Déjame entrar! ¡Yo también me arrepiento de haber sido tan malo! – gritó Jimmy.
Y al final los dos niños entraron en el laberinto y viajaron en el tiempo a cada uno de los momentos en los que habían sido muy traviesos para volver a hacer las cosas, pero esta vez, sólo para hacerlas bien.