Villa Arcoíris no se encontraba muy lejos de la ciudad, pero había que encontrar la puerta secreta para acceder a ella. La puerta estaba justo detrás de una biblioteca abandonada a la que nadie entraba. Se llamaba Arcoíris, porque cada casa era de un color dependiendo del estado de ánimo de la persona que viviera dentro.
Si la casa estaba de color rojo ese día había surgido mucho amor, entre padres e hijos, entre enamorados, entre hermanos. Si la casa estaba de color verde existía mucha ilusión y buen ánimo. Si la casa estaba de color naranja, ese día habían surgido conflictos. Si la casa estaba de color azul, alguien estaba triste. Si la casa estaba de color amarillo, se había ido uno de sus miembros. Y así sucesivamente con todos los colores del arcoíris.
A todos los habitantes de Villa Arcoíris les llamaba la atención que la casa del gigante lector estuviera la última semana de color azul ¿Qué le habría pasado? Nadie se atrevía a llamar a su puerta y pocos tenían relación con él, así que era un tema del que todos hablaban pero con el que nadie hacía nada. Un día uno de los enanos que siempre mostraba su casa de color rojo decidió que si él era capaz de generar tanto amor igual podría ayudar al gigante triste.
El enanito se puso su gorro blanco y fue caminando entre las casas hasta que divisó a lo lejos el azul brillante de la casa del gigante. Llegó a la puerta y tocó con sus manos, pues no llegaba al timbre. Al ser una casa visitada por gigantes los seres enanos no eran tenidos muy en cuenta. El gigante abrió la puerta con cuidado pues estaba extrañado, no esperaba visitas.
-Uy,enano desconocido. ¿A qué vienes a mi casa? -. El gigante triste no se atrevía a abrir mucho la puerta.
-Para no ser desconocido me presento. Soy el enano Kimy y vivo a varias calles de ti, cerca de la panadería. Al igual que muchos de los habitantes de Villa Arcoíris estoy preocupado, porque he visto que llevas muchos días estando triste con tu casa azul.
-Ohhhh, muchas gracias por venir-. El gigante de repente se puso a llorar y abrió las puertas de su casa de par en par-. Pasa, querido Kimy.
El enanito Kimy que no se esperaba la respuesta entró en casa dispuesto a consolar al gigante triste.
-¿Qué te sucede, gigante? ¿Te puedo ayudar?
-Ay, es que soy un gigante lector y ya me he quedado sin libros y ahora estoy sin leer y solo….Eso me hace estar muy triste. -El gigante le explicó la situación muy tranquilo.
-Bueno, gigante eso tiene fácil solución. Yo hablaré con los vecinos y haremos una colecta de libros que no se usen y te los dejaremos.
-¿Harías eso por mí? – dijo el gigante, entusiasmado.
-Claro que sí. He venido para ayudarte y así lo haré.
Kimy se sentía muy bien por haber sido buena idea visitar al gigante, ser capaz de ayudarlo y además así dejar de pensar que los gigantes eran seres feos y gruñones.
Kimy acordó con el gigante que volvería a verlo en una semana y así fue. Pasados siete días el enanito picó a la puerta del gigante triste con tres cajas de libros. Cuando el gigante abrió la puerta se puso a llorar de nuevo, pero esta vez de contento. Todo Villa Arcoíris pudo comprobarlo, porque la casa del gigante ya no era Azul sino Violeta, el color de la Felicidad.