El gran malentendido
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El gran malentendido

Edades:
A partir de 4 años
Valores:
El gran malentendido Darío, Olivia y Fernando era más que amigos: eran ¡super requete amigos! Jugaban juntos todos los días, iban juntos al colegio todos los días y se reían juntos haciendo bromas a todas horas. Nadie había visto un trío de mejores amigos tan amigos jamás.

Un día, en la escuela, pasó algo. Darío y Olivia pensaron que Fernando se había burlado de ellos en un dibujo que había hecho. Fernando, sorprendido y triste, no pudo explicar que el dibujo no era de burla y se quedó paralizado sin saber qué decir.

Las sonrisas se evaporaron, las risas se esfumaron y el trío se dividió, cada uno en su propio mundo de silencio. La tristeza de aquella ruptura afectó a todos, y la escuela, que antes estaba llena de risas, ahora parecía sombría y silenciosa.

Menos mal que al profesor Mandolio no se escapaba una, y tenía más experiencia que nadie que ayudar a la gente a hacer las paces.

—¿Qué ocurre, chicos? —les preguntó un día, haciéndose el encontradizo antes de empezar la clase.

Con lágrimas en los ojos, Olivia y Darío mostraron el dibujo. El profesor Mandolio lo miró y luego miró a Fernando. Por su cara, no se sabía si venía de un funeral o del túnel del terror o, tal vez, de un funeral en el túnel del terror.

—Esto... —dijo el profesor Mandolio— no parece una burla, sino un chiste. Creo que hay un malentendido.

El profesor Mandolio ayudó a Fernando a explicar sus intenciones. Fernando dijo:

—Solo... solo quería hacerlos reír…

Al oír esto, Darío y Olivia miraron a Fernando, luego al dibujo, y finalmente se miraron el uno al otro. Las lágrimas se transformaron lentamente en sonrisas, y luego en risas.

—¡Fernando! —exclamó Darío—, ¡pensamos que te estabas burlando de nosotros!

Fernando, aliviado, sonrió y dijo:

—No, jamás me burlaría de mis mejores amigos. Siento mucho haberos ofendido. Ahora que lo miro bien, a lo mejor no tiene tanta gracia.

—Pues yo creo que sí —dijo Darío.

âEl gran malentendido€”A mí también me lo parece —dijo Olivia—. ¿No somos nosotros los que decimos que somos los primeros que te tenemos que reírnos de nosotros mismos? ¡Sobre todo de nuestros defectos!

La escuela volvió a llenarse de risas y alegría. Los amigos hicieron las paces, su amistad se hizo más fuerte que antes.

Aquella fue su primera gran lección del valor de la comunicación, la comprensión y, sobre todo, la amistad.

A partir de aquel día, cada vez que veían el dibujo, no podían evitar reírse, recordando el malentendido que los había separado y luego unido aún más. Y, por supuesto, siempre recordaron con cariño al profesor Mandolio, que les había mostrado el camino hacia la reconciliación.
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