DarÃo, Olivia y Fernando era más que amigos: eran ¡super requete amigos! Jugaban juntos todos los dÃas, iban juntos al colegio todos los dÃas y se reÃan juntos haciendo bromas a todas horas. Nadie habÃa visto un trÃo de mejores amigos tan amigos jamás.
Un dÃa, en la escuela, pasó algo. DarÃo y Olivia pensaron que Fernando se habÃa burlado de ellos en un dibujo que habÃa hecho. Fernando, sorprendido y triste, no pudo explicar que el dibujo no era de burla y se quedó paralizado sin saber qué decir.
Las sonrisas se evaporaron, las risas se esfumaron y el trÃo se dividió, cada uno en su propio mundo de silencio. La tristeza de aquella ruptura afectó a todos, y la escuela, que antes estaba llena de risas, ahora parecÃa sombrÃa y silenciosa.
Menos mal que al profesor Mandolio no se escapaba una, y tenÃa más experiencia que nadie que ayudar a la gente a hacer las paces.
—¿Qué ocurre, chicos? —les preguntó un dÃa, haciéndose el encontradizo antes de empezar la clase.
Con lágrimas en los ojos, Olivia y DarÃo mostraron el dibujo. El profesor Mandolio lo miró y luego miró a Fernando. Por su cara, no se sabÃa si venÃa de un funeral o del túnel del terror o, tal vez, de un funeral en el túnel del terror.
—Esto... —dijo el profesor Mandolio— no parece una burla, sino un chiste. Creo que hay un malentendido.
El profesor Mandolio ayudó a Fernando a explicar sus intenciones. Fernando dijo:
—Solo... solo querÃa hacerlos reÃr…
Al oÃr esto, DarÃo y Olivia miraron a Fernando, luego al dibujo, y finalmente se miraron el uno al otro. Las lágrimas se transformaron lentamente en sonrisas, y luego en risas.
—¡Fernando! —exclamó DarÃo—, ¡pensamos que te estabas burlando de nosotros!
Fernando, aliviado, sonrió y dijo:
—No, jamás me burlarÃa de mis mejores amigos. Siento mucho haberos ofendido. Ahora que lo miro bien, a lo mejor no tiene tanta gracia.
—Pues yo creo que sà —dijo DarÃo.
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€”A mà también me lo parece —dijo Olivia—. ¿No somos nosotros los que decimos que somos los primeros que te tenemos que reÃrnos de nosotros mismos? ¡Sobre todo de nuestros defectos!
La escuela volvió a llenarse de risas y alegrÃa. Los amigos hicieron las paces, su amistad se hizo más fuerte que antes.
Aquella fue su primera gran lección del valor de la comunicación, la comprensión y, sobre todo, la amistad.
A partir de aquel dÃa, cada vez que veÃan el dibujo, no podÃan evitar reÃrse, recordando el malentendido que los habÃa separado y luego unido aún más. Y, por supuesto, siempre recordaron con cariño al profesor Mandolio, que les habÃa mostrado el camino hacia la reconciliación.