Luisito Y Alba son dos gemelos que viven con su mama Julieta en una tranquila aldea donde todo el mundo es muy feliz. Sobre todo, son felices los bebés que nacen, que son cuidados por sus familiares, son arrullados dentro de bonitas y suaves mantas y se divierten moviendo sus chupos de colores y diferentes sabores.
En esta aldea los chupetes tienen sabores para que los niños no coman chucherías. Cuando se ponen nerviosos hablan con la profe, con sus padres, con los abuelos, con sus amigos y por último se cogen sus maravillosos chupetes y muac, muac, muac me voy a dormir con mi amiguito en la boca.
Sin embargo, en la aldea feliz la tristeza llega cuando los bebés tienen que dejar de usar esos chupetes por hacerse mayores. Luisito y Alba ya iban a cumplir tres años y estaban preocupados por tan grande acontecimiento porque, a pesar de la fantástica fiesta que les tenía Julieta preparada, no iban a poder pasárselo del todo bien por tener que despedirse esa noche de sus chupetes.
Llegó el tan esperado día y Luisito ya se despertó llorando.
-Mamá no quiero dejar mi chupete, su sabor a limón es el más especial del mundo. ¿Por qué no podemos esperar un poco más?
Su hermana Alba lo consolaba y mamá Julieta intentaba explicárselo una y otra vez.
-Cariño al cumplir tres años empezáis al cole y en la aldea los niños no van al cole con su chupete, tienes que despedirte de él y dejarlo en tus mesita como mamá también hizo en su día.
La celebración llegó, pero Luisito y Alba se movían nerviosos por todo el jardín y no paraban de contarle a sus amigos lo mal que lo iban a pasar sin su amiguito en la boca. El resto de niños intentaban jugar, algunos de ellos ya no tenían chupo y a otros no les gustaba hablar de ello.
Cuando la noche llegó Luisito estaba acostado con su chupo amarillo en la boca y escuchó un ruido, pensó que era mamá y aviso a Alba.
-Alba ese ruido de escaleras ¿es mamá? – preguntó Luisito expectante.
Alba se giró en su cama con su chupo verde en la boca.
-Yo no he escuchado ningún ruido. Apoya tu chupete en la mesita, estás nervioso.
La niña lo dejó en la mesita e hizo un gesto con la mano despidiéndose de él.
Luisito se quedó en la oscuridad de la habitación solo interrumpida por un haz de luz que tenían colgado enfrente de la pared. En esas estaba tocando su chupo con sus dedos cuando de repente un pequeño reflejo apareció delante de él.
Una pequeña hada con las alas amarillas, la cara amarilla y un vestido amarillo se posó delante de él y le dijo:
-Hola amigo Luisito. Soy el hada de los chupetes, he venido a tranquilizarte, tu maravilloso chupo no se va a ningún sitio feo y triste. Se va conmigo a buscar un niño más pequeño. Un hermoso bebé que empiece la vida y que quiera disfrutar como lo has hecho tú hasta ahora de la tranquilidad de tener un objeto suyo. No te preocupes, siempre te acordarás de este bonito momento. ¿Quieres ser mayor y ayudarme a que otros niños descubran el sabor del amarillo limón?
Luisito entendió entonces que dejar su chupete no era tirarlo a un contenedor, o que eso quedará fuera de su vida para siempre. Ayudaría a otros niños y además tendría un bonito recuerdo de su infancia que aunque todavía era muy pequeño podría ver fotos de él son su amiguito en la boca de recuerdo.
Cuando se dio cuenta el hada ya tenía el chupete de Luisito en la mano. La pequeña mágica le dio un beso en la frente, le tapo con su mantita y se fue volando como un reflejo igual que vino.
A los pocos minutos la mamá de Luisito entró en la habitación y vio que Luisito no tenía chupete, el pequeño no sabía cómo explicar lo ocurrido porque Alba no se había enterado de nada. Julieta pensó que el chupete se había extraviado y felicitó a Luisito por habérselo quitado. Esa noche Luisito sonrió pensando en el nuevo bebé que tendría su chupete.