VillaGolosa era famosa por ser la ciudad donde se hacían los dulces más ricos de todo el mundo. Sin lugar a dudas, los donuts eran el dulce estrella.
Se acercaba la Fiesta Anual del Dónut, el evento más importante del año. Toda la ciudad estaba trabajando duro para superar los resultados del año anterior.
Solo faltaban dos días para la gran fiesta cuando alguien dio la voz de alarma. ¡Todos los donuts habían desaparecido! En efecto, no quedaba un solo dónut en toda la ciudad. Y la fiesta estaba al caer.
Para solucionarlo, el alcalde llamó al Inspector Donutello, famoso por ser el policía más perspicaz de todo el país, además de un amante incondicional de los donuts de VillaGolosa.
-La noticia ha llegado a mis oído hace apenas unos minutos, señor alcalde. Ya estoy de camino.
Era la voz del Inspector Donutello hablando por teléfono con el alcalde. Si duda, no había policía más entregado que él, especialmente si había donuts de por medio.
Cuando llegó a VillaGolosa, el Inspector Donutello se sentía extrañamente triste. Estar en aquella ciudad y no poder saborear uno de sus delicioso donuts no le sentaba bien. Pero, aún así, el Inspector Donutello estaba dispuesto a dar lo mejor de él.
-Quiero ver todas las fábricas, almacenes y tiendas de donuts de la ciudad -dijo el Inspector Donutello.
-Pero no queda nada, Inspector Donutello -dijo el alcalde.
-Algo habrá, señor alcalde -dijo el Inspector Donutello-. Algo habrá.
El Inspector Donutello visitó todos los lugares donde habían estado los donuts hasta el momento del robo. Pero no dijo ni una palabra hasta que no los visitó todos.
-¿Qué tienen que común todos los sitios que hemos visitado? -preguntó el Inspector Donutello al alcalde.
-¿Que no queda ni rastro de donuts? -dijo el alcalde.
-No, querido amigo, no es eso -dijo el Inspector Donutello-. En realidad, lo que no hay son donuts.
-¿Me tomas el pelo? -dijo el alcalde..
-No, querido amigo -dijo el Inspector Donutello-. Donuts no quedan, pero rastro sí que hay. El ladrón ha dejado migas por el camino.
-VillaGolosa está llena de migas, Inspector Donutello -dijo el alcalde.
-Pero nadie ha comido un solo dónut desde el robo, querido amigo -dijo el Inspector Donutello-, luego todas las migas que hay....
-¡Las ha dejado el ladrón! -exclamó el alcalde-. ¡Oh, no! Estamos perdidos. ¡El ladrón se ha comido todos los donuts!
-¿¡Cómo se va a haber comido el ladrón todos los donuts!? -dijo el Inspector Donutello-. Eso es impensable.
-Entonces hay que seguir las migas a ver a dónde nos llevan.
-Eso ya lo hemos hecho, querido alcalde. Y eso nos ha llevado a pasar varias veces por el mismo sitio -dijo el Inspector Donutello.
-Y eso, ¿qué significa? -preguntó el alcalde.
-En primer lugar, que ladrón sigue entre nosotros -dijo el Inspector Donutello-. Y, en segundo lugar, que es un tragón extraordinario.
-Y eso, ¿a dónde nos lleva, Inspector Donutello? -preguntó el alcalde.
-
Al hospital, señor alcalde -dijo el Inspector Donutello-. Creo que el ladrón quería llevarse los donuts fuera de VillaGolosa para hacer la fiesta en otro lugar y así acabar definitivamente con la fama de este pueblo. Pero no ha podido irse porque, con todo lo que ha comido, debe tener una indigestión de miedo.
-Pero todos los ciudadanos de VillaGolosa saben controlarse para que eso no ocurra -dijo el alcalde.
-Lo que nos lleva a la conclusión de que el ladrón no es de por aquí -dijo el Inspector Donutello.
Cuando el Inspector Donutello y el alcalde llegaron al hospital no tardaron en encontrar el responsable, que se retorcía de dolor por la cantidad de donuts que se había comido.
El delincuente reveló sin dudarlo el lugar donde tenía ocultos los donuts. No quería volver a ver un dónut en su vida.
Así fue como el Inspector Donutello resolvió el caso y la Fiesta Anual del Dónut pudo celebrarse, un año más. Y fue todo un éxito.
Como agradecimiento, el Inspector Donutello fue nombrado padrino de honor y, desde entonces, se ocupa personalmente de vigilar los preparativos de la fiesta.