El mapa congelado
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El mapa congelado

Edades:
A partir de 6 años
El mapa congelado Era una tarde fría de invierno cuando Quique, un niño de 8 años, y su hermana mayor, Maya, encontraron algo extraño en el sótano de la casa de su abuelo. Estaban organizando las cajas de recuerdos cuando Quique, siempre curioso, se acercó a un gran bloque de hielo que descansaba en una esquina.

—¡Maya, ven rápido! Hay algo dentro de este hielo. Parece… un papel.

Los ojos de Quique brillaban de emoción.

Maya se agachó junto a él. Efectivamente, dentro del hielo había un mapa con líneas, montañas y marcas extrañas.

—¿Cómo se supone que lo sacamos de ahí? —preguntó Quique.

—¡Fácil! Llevémoslo a la cocina. Un poco de agua caliente debería bastar.

Con cuidado, usaron una olla para derretir el hielo. Poco a poco, el mapa apareció ante sus ojos, mostrando un camino que terminaba en una gran "X".

—¡Es un mapa del abuelo! Seguro que lleva a uno de sus secretos de explorador. ¡Tenemos que seguirlo! —dijo Quique emocionado.

—De acuerdo, pero será peligroso. Llevaré mi brújula y algunos abrigos. Y Tundra vendrá con nosotros —añadió Maya, señalando al cachorro husky que les miraba con las orejas alertas.

Los tres se adentraron en el bosque nevado siguiendo las indicaciones del mapa. El viento helado soplaba fuerte, pero el entusiasmo de Quique mantenía al grupo en marcha.

—¿Qué dice el mapa ahora? —preguntó Quique.
—Tenemos que cruzar un lago helado y luego subir esa colina —respondió Maya, apuntando a un punto lejano.

Cuando llegaron al lago, el hielo crujía bajo sus pies. Tundra avanzaba primero, oliendo el aire.

—Despacio, Quique. No corras —advirtió Maya.

El hielo parecía más delgado cerca del centro, pero lograron cruzar sin problemas. Quique lanzó un grito de alegría.

—¡Lo logramos! ¿Qué sigue?

—Ahora vienen las cuevas. Según el mapa, están escondidas tras esa gran roca.

Cuando llegaron a la cueva, tuvieron que resolver un acertijo tallado en una placa de madera:
"Lo que más valoras no brilla, pero llena tu corazón. ¿Qué es?"

—Eso es fácil —dijo Maya, pensando en su abuelo—. ¡La familia!

Al decir esto, la roca se movió lentamente, revelando una entrada secreta. Dentro, la cueva estaba llena de objetos que pertenecían al abuelo: un cuaderno de cuero, herramientas de explorador y una caja llena de cartas y fotos.

Quique abrió una carta y leyó en voz alta:

"El mapa congeladoQueridos Maya y Quique, si están leyendo esto, significa que han decidido vivir una aventura, como siempre soñé para ustedes. Recuerden que el verdadero tesoro no está en el oro, sino en los recuerdos que crean juntos. Estoy orgulloso de ustedes. Con cariño, el abuelo."

Los dos hermanos se miraron emocionados, y Maya abrazó a Quique.

—Esto es mejor que cualquier cofre lleno de monedas, ¿no crees? —dijo Quique, acariciando a Tundra.

—Es el mejor tesoro de todos —respondió Maya, sonriendo.


Cuando regresaron a casa, el mapa volvió a su lugar especial, pero la aventura quedó grabada en sus corazones. Desde ese día, Quique y Maya prometieron seguir explorando juntos, siempre llevando a Tundra como su fiel compañero. Porque ahora sabían que las mejores aventuras eran aquellas que vivían en familia.
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