El misterio de la desaparición de Blancanieves
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El misterio de la desaparición de Blancanieves

Edades:
A partir de 4 años
El misterio de la desaparición de Blancanieves Una día, al llegar al casa, los siete enanitos descubrieron que Blancanieves no estaba.

-Habrá salido a hacer la compra -dijo uno.

-O a sacudir las alfombras -dijo otro.

-Tal vez simplemente esté intercambiando trucos de limpieza en el pueblo con las otras mujeres -dijo un tercero.

-Mientras viene, vayamos cenando.

Pero la cena no estaba en la mesa.

-Estará en el puchero -dijo uno.

-O tal ven el horno -dijo otro.

-Quizá la haya dejado en la fresquera, si nos ha hecho una cena fría -dijo un tercero.

Pero la cena no aparecía por ninguna parte. Ni tampoco nada que hiciera sospechar que Blancanieves hubiera empezado a prepararla.

-¡La han raptado! -dijo uno.

-¡¿Qué vamos a hacer ahora?! -dijo otro.

-¡Vayamos a buscarla! -dijo un tercero.

Los siete enanitos salieron corriendo y empezaron a gritar. Tanto gritaron que se acercaron personajes de todas partes. Y todos se asustaron.

-Debemos organizarnos para localizarla antes de que llegue la bruja con la manzana envenenada -dijo Caperucita-. Si muerde la manzana el cuento está perdido.

En esto apareció Blancanieves, con el pelo revuelto y el vestido hecho una pena.

-¿Dónde estabas? -preguntó un enanito.

-¿Has ido a por la cena? -dijo otro.

-¡No te da vergüenza ir con esa pinta! -dijo otro-. Así no va una señorita de tu categoría.

-He salido a pasear y me he caído por una pendiente -dijo Blancanieves-. Sois unos groseros, unos desconsiderados y unos desagradecidos. Que si os hago la cena y os limpio la casa es porque en algo tendré que colaborar, ya que me dais cobijo. Pero me tratáis como a una criada, como si por ser mujer ya tuviera que cargar yo con todo. ¡Así que, a partir de ahora, o me tratáis con más respeto o me voy del cuento!

El misterio de la desaparición de BlancanievesLos enanitos se quedaron tan mudos como Mudito. Poco a poco empezaron a caminar hacia la casa, en fila, como siempre, pero sin silbar.

Ya en casa se organizaron para limpiar, hacer la cena y prepararle un baño a Blancanieves. La pobre lo había pasado muy mal.

Todos se disculparon y prometieron tratarla con más respeto.

Y así pudo continuar el cuento.
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