El misterio de los terneros flacuchos
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El misterio de los terneros flacuchos

Edades:
A partir de 8 años
Valores:
El misterio de los terneros flacuchos Había una vez una granja en la que vivían decenas de animales. En aquella granja había vacas, conejos, gallinas y cerdos. El granjero daba de comer bien a todos los animales para que estuvieran bien gordos. Sin embargo, los terneros estaban muy delgados.

-¿Qué les pasará a estos terneros que están tan flacuchos? -se preguntaba el granjero-. Así no van a pagarme suficiente por ellos. Menos mal que los tostones están bien gordos. Al menos con ellos sacaré un buen pellizco.

Mientras tanto, el granjero sacaba a pastar a los terneros de vez en cuando, pensando que el pienso que les daba no era suficiente.

El caso es que como estaban tan delgados, el granjero no podía vender a los terneros, que crecían hasta convertirse en hermosas vacas o toros que el granjero utilizaba para tener más crías. Las vacas también eran una excelentes vacas lecheras.

En la granja todo el mundo se burlaba de los terneros, sobre todo los cerdos, que les decían:

-¡Pero qué escuálidos estáis!

-Mira qué flacuchos están los terneritos. ¡Jajaja, así nadie os va a querer!

-La próxima vez que entre el granjero no se llevará un ternero, se llevará a uno de nosotros, que estamos bien gordos y hermosos.

Pasaba el tiempo y el granjero seguía sin entender cómo era posible que los cerdos engordaran tan deprisa mientras que los terneros no engordaban suficiente.

-Tengo que descubrir qué pasa aquí -pensó el granjero-. Pondré unas cámaras para espiar a los animales durante todo el día.

Así fue como el granjero desveló el misterio.

Cuando nadie las veía, los terneros sacaban la comida de sus comederos y se la daba a los cerdos, que se la comían toda. Así, los cerdos engordaban antes. Y, pensando que el pienso no era suficiente, para que las vacas crecieran al granjero no le quedaba más remedio que sacarlas a pastar.

El misterio de los terneros flacuchosEl perro del granjero, que había visto lo mismo que su amo, fue a hablar con las vacas.

-¿Por qué hacéis esto? -les preguntó.

-Si no engordamos no nos llevan al matadero -dijo una de las vacas lecheras-. Así no solo vivimos más, sino que también vivimos mejor, porque el pasto está mucho más rico que el pienso, y nuestra leche es de mejor calidad, con lo que al granjero no le pesa mantenernos aquí.

-¡Qué listas sois! Buen plan, sin duda -dijo el perro-. Pero, ¿no os importa que los cerdos se rían de vosotras.

-Que se rían -dijo la vaca-. El que ríe el último ríe mejor.
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