-Mamá, hoy en clase la maestra nos ha enseñado una pegatina que se pega en las cartas antes de enviarlas. Nos ha pedido que investiguemos cómo se llama esa pegatina y para qué vale. ¿Lo sabes tú, mami?
-¿Qué tenía la pegatina de particular, Jaime?
-Tenía dibujos, letras y números.
-¿Para qué crees tú que sirve?
-No sé, mamá. Pero dice la maestra que sin esa pegatina no se puede enviar una carta.
-Esa pegatina es un sello. Indica que se ha pagado lo que cuesta enviar una carta.
-¡Qué tontería! ¿Por qué la gente querría pagar por enviar una carta habiendo correo electrónico y móviles que envían mensajes?
-Hay cosas que no se pueden enviar por correo electrónico ni con el móvil, Jaime. Además, ahora ya no es necesario usar sellos, porque hay otras formas de indicar que la carta se ha pagado.
-¿Entonces, por qué existen los sellos?
-Hace mucho tiempo las cartas no las enviaba el que las mandaba, sino que las pagaba el que las recibía. Pero como había mucha gente que no podía permitirse pagar por la carta se quedaba sin saber lo que decía.
-¡Qué pena!
-También había gente que hacía trampas. Cuenta la leyenda que un día un señor que viajaba por Escocia paró a descansar en una posada. Mientras comía algo para reponer fuerzas llegó un cartero y entregó una carta a la posadera. Ella la miró y le dijo al cartero que la devolviera, que no podía pagarla. Al señor le dio pena que la mujer se quedara sin recibir noticias de sus seres queridos.
-¿Y el teléfono? ¿Tampoco tenían dinero para el teléfono?
-Esto ocurrió antes de que se inventara el teléfono, Jaime. Si quieres otro día te cuento la historia.
-Vale, mamá. Sigue con esta. ¿Qué hizo el señor?
-El señor pagó la carta al cartero. Cuando este se fue, la posadera le dio las gracias al señor, pero le dijo que no era necesario. La posadera le explicó que como el correo era tan caro las cartas que se enviaban entre los miembros de la familia estaban vacías. "Para saber que estamos bien, dijo la posadera, escribimos la dirección. Cada miembro de la familia escribe una parte y así sabemos que todos están bien".
-¡Vaya cara más dura la de la posadera y su familia!
-La gente tiene que buscarse la vida cuando tiene pocos recursos. Además, con lo que valía recibir una carta la gente hacía maravillas durante una semana por aquel entonces.
-Pero, mamá, hay una cosa que no entiendo. La maestra nos ha dicho que sin sello no se puede enviar una carta. Y tú me acabas de decir hace un rato que el sello sirve para pagar el envío de la carta. ¿Por qué la familia de la posadera le envió la carta sin sello?
-Por aquel entonces no había sellos. Según la leyenda, el señor que pagó la carta a la posadera fue a quien se le ocurrió la idea después de oír la historia.
-
¿Cómo se llamaba el señor?
-El señor se llamaba Rowland Hill y se le considera el padre del moderno sistema de correos.
-Y, ¿qué hizo después de oír la historia de la posadera?
-La verdad es que no está muy claro que la historia sea cierta, por eso es una leyenda. Lo que sí que es cierto es que cambió el sistema, y tuvo mucho éxito.
-¿Qué hizo?
-Rowland Hill propuso que las cartas las pagara la persona que las enviaba y no el que las recibía. Así se acabaron los problemas para recibir noticias.
-Y las trampas.
-Efectivamente, también se acabaron las trampas. Pero como todas las cartas se pagaban por adelantado el precio también bajó y era más económico enviar noticias.
-Mamá, ¿tú crees que el sello sobrevivirá con tanta tecnología?
-Quién sabe. Yo creo que sí, pero eso solo el tiempo lo dirá. De momento podemos apoyarlo escribiendo una carta a la abuela. Seguro que le hace mucha ilusión.
-¡Qué buena idea!