El misterio del pueblo abandonado
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El misterio del pueblo abandonado

Edades:
A partir de 8 años
Valores:
El misterio del pueblo abandonado Plis y Plas eran dos amigos que viajaban por el mundo buscando aventuras. Aunque solían meterse en muchos líos.

A Plis le gustaba ir de gracioso y, siempre que podía, se dedicaba a hacer bromas. Pero no a todo el mundo le gustaba. Menos mal que estaba Plas para solucionar las cosas.

Un día los dos amigos llegaron a un pequeño pueblo que parecía abandonado. Con su habitual sentido del humor, Plis empezó a hacer bromas. Pero Plas estaba callado, pues tenía la mosca detrás de la oreja.

-Aquí pasa algo raro -dijo Plas.

-Que no, amigo, que esto es un pueblo fantasma -dijo Plis-. Hoy vamos a comer de lo lindo y a dormir caliente sin que nadie nos moleste. Seguro que hay un montón de comida guardada.

-Calla, por favor -dijo Plas.

-Deja de buscar cosas donde no las hay -dijo Plis-. Creo que podríamos quedarnos a vivir aquí. Vamos, casi es de noche y hay que elegir casa.

Entonces, empezaron a oírse unos gemidos estremecedores. Parecían caer sobre ellos.

-Esos llantos lastimeros …-empezó a decir Plis-. Deben ser los espíritus de los fantasmas de este pueblo. Es su venganza por reirme de ellos. Vámonos al bosque.

Plis y Plas se fueron al bosque, se subieron a un árbol y durmieron al raso sobre unas grandes ramas.

-Volvamos al pueblo -dijo Plas-. Hay que averiguar qué pasa.

Plis siguió a Plas, más por el miedo que le daba quedarse solo que por otra cosa.

-Aquí no hay nada -dijo Plis-. Vámonos, seguro que antes de la noche encontramos otro pueblo.

-Espera, tengo una idea -dijo Plas. Y lanzó una piedra contra un tejado. Enseguida se oyó algo parecido a un grito y algo salió.

-El misterio del pueblo abandonado¡Gatos! -gritó Plis.

-Sí, creo que lo que oímos anoche fueron muchos gatos maullando. Vamos a buscar comida, ya verás cómo salen.

Plis y Plas encontraron algo de comida en una casa. Comieron un poco y luego pusieron algo en la calle. Poco a poco empezaron a llegar decenas de gatos.

-Ahí tienes tus fantasmas -dijo Plas.

-No sabes qué alegría me da que sean gatos -dijo Plis.

Plis y Plas pasaron una temporada en aquel lugar para descansar y, días después, se volvieron a poner en marcha. ¿A dónde les llevará el camino esta vez?
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