—¡Toñete, pon la mesa!
Pero Toñete se las ingeniaba para parecer ocupado y no poner la mesa.
—¡Toñete, baja la basura!
Pero Toñete se buscaba alguna excusa para parecer que estaba haciendo algo y no bajaba la basura.
—¡Toñete, tiende la ropa!
Pero Toñete se hacÃa el sordo y se mostraba muy ocupado con algo que, en realidad, no era nada.
Y asÃ, dÃa tras dÃa. Hasta que, cansada de tanta vaguerÃa, su abuela le dijo:
—¡Toñete, que no das un palo al agua!
—¿Cómo que no, abuela?
Y Toñete cogió un palo y se puso a dar golpes en la superficie de la piscina.
—Mira, abuela. Sà que doy palos en el agua. ¿A que lo hago bien?
La abuela de Toñete no pudo evitar sonreÃr al ver aquello. Luego le dijo:
—Toñete, dar palos en el agua es otra cosa. Significa que no haces nada, que eres un vago y que, en consecuencia, otros tienen que hacer más trabajo. En este caso, yo.
—¿Y qué tiene que ver eso con los palos? —preguntó Toñete.
—Ven, que te lo cuento —dijo su abuela—. ¿Sabes cómo mueve tu abuelo la barca por el lago?
—Con un motor —dijo Toñete.
—Exacto —dijo la abuela—. Pero, ¿cómo se movÃan las barcas, y los barcos, antiguamente, cuando no habÃa motores?
—¿Con velas? —dijo Toñete.
—Y de otra manera también —dijo la abuela—. Ten en cuenta que no todas las embarcaciones tienen velas. Las barcas como la de tu abuelo, sin ir más lejos.
—No sé —dijo Toñete—. ¿Con remos?
—Eso es —dijo la abuela—. Antiguamente, los barcos habÃa que moverlos con remos. Y remar es muy duro y cuesta mucho trabajo.
—Pero si solo hay que ir para adelante y para atrás, abuela —dijo Toñete.
—Ya, pero cuando metes el remo en el agua y tiras, hay que hacer mucha fuerza, porque el agua pone mucha resistencia —dijo la abuela.
—¿Y qué tiene que ver eso con lo que estábamos hablando? —preguntó Toñete.
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€”Pues a eso voy —dijo la abuela—. Como cuesta tanto mover el agua con el remo, en esos barcos grandes, habÃa gente que, cuando estaba cansada, movÃa el remo si meterlo en el agua. Y como los remos son de madera, como los palos, a la gente que no remaba le decÃan que daba un palo al agua.
—¡Ah, ya entiendo! —dijo Toñete—. Entonces, los demás tenÃan que hacer más esfuerzo para mover el barco.
—Eso es —dijo la abuela.
—Vale, abuelita, te prometo que dejaré de hacer el vago —dijo Toñete—. No quiero que por mi culpa te hagas daño.
Y desde entonces, Toñete dejó de estar sin dar un palo al agua y empezó a ayudar en casa. Y es que cuando hay varios remando en un mismo barco, todos llegan mucho más lejos y con menos esfuerzo.