El pequeño Dani jugaba con su amigo Robitrón, como todas las tardes. Robitrón es un robot muy divertido, que siempre hacÃa reÃr a Dani con sus preguntas y sus propuestas.
Un dÃa, Dani puso música mientras jugaban. Y algo llamó su atención. Robitrón estaba silbando mientras emitÃa luces de colores al ritmo de la música.
—Robitrón, ¿qué haces? ¿Qué te pasa?
—Estoy contento. ¡Me encanta la música!
—¿Cómo que estás contento? ¿Cómo que te gusta la música? Pero ¡si eres un robot!
—No soy solo un robot. Esta música me trae recuerdos del pasado, de dónde vengo y para qué me construyeron.
—¿En serio? ¿Quieres que vayamos al lugar de donde saliste?
—¡Qué emoción! Gracias, Dani, eres un gran amigo. SabÃa que me entenderÃas.
Dani no entendÃa nada. Su amigo robótico era capaz de sentir emociones, ¡incluso empatÃa! Era una cosa muy rara, y habÃa que saber qué estaba pasando.
Robitrón guio a su amigo hasta un viejo laboratorio abandonado en las afueras de la ciudad. AllÃ, descubrieron la verdad. Robi habÃa sido creado por un cientÃfico brillante, el doctor Genisius, como parte de un proyecto secreto para crear robots con inteligencia superior.
Pero el verdadero propósito del proyecto era mucho más oscuro: reemplazar a humanos en puestos clave, controlando el mundo desde las sombras.
Robitrón habÃa salido mal, y lo habÃa tirado al vertedero, donde alguien lo recuperó, lo arregló y lo vendió, sin más.
—Robitrón, ¿crees que el doctor Genisius consiguió lo que pretendÃa?
—No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. Mira, parece que ahà hay una trampilla escondida entre los escombros.
Robitrón abrió la trampilla y Dani se asomó, con cuidado.
—¡Hay miles de robots, iguales que tú! Están todos enganchados con un cable.
—Amigo, creo que hemos llegado a tiempo —dijo Robitrón—. Se están cargando. Tenemos que anular su fuente de energÃa y reabsorber toda la que hayan acumulado.
—¿Tú sabes cómo hacerlo? —preguntó Dani.
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€”Claro, amigo. Ahora que lo he recordado todo, nada puede pararme. Sé todo lo que saben ellos, pero tengo emociones. Además, distingo entre el bien y el mal. Espérame aquÃ, tardaré muy poco.
Robitrón y Dani fueron a la policÃa y les contaron lo que sabÃan. Más bien se lo contó Robitrón. Nadie les creyó, pero el robot utilizó unos argumentos tan alucinantes que los policÃas no tuvieron más remedio que ir a comprobar la historia.
Después de aquello, Dani y Robitrón fueron nombrados héroes de la ciudad.
A partir de entonces, Robitrón y Dani se ocuparon de vigilar la ciudad para evitar que nada asà volviera a ocurrir.
—Es genial este nuevo juego, amigo.
—¡Ni que lo digas!