Amalia era una niña muy especial. La gente decÃa que era un poco rara, porque hablaba poco con la gente y pasaba mucho tiempo con los animales.
Un dÃa, mientras jugaba en el parque con su prima Valentina, descubrió que tenÃa un superpoder asombroso.
—¡Amalia, mira ese pajarito! —dijo Valentina, señalando a un pequeño pájaro que se posó en la rama de un árbol.
De repente, Amalia escuchó al pajarito cantar una triste canción. Pero no solo escuchó el canto, sino que también entendió las palabras que el pajarito decÃa.
—Valentina, el pajarito está triste porque ha perdido a su mamá —comentó Amalia.
Valentina la miró sorprendida.
—¿Cómo lo sabes, Amalia? Yo solo lo he oÃdo piar —dijo Valentina.
—No lo sé, simplemente lo entiendo —dijo Amalia.
—No te lo crees ni tú —dijo Valentina—. A ver, acércate a ese perro que está ahà tumbado y pregúntale por qué no se mueve.
Amalia se acercó al perro, le acarició y el perro ladró con suavidad y aulló.
—Dice que está mayor y cansado, y que está agobiado con todo el jaleo que hay alrededor —dijo Amalia.
Valentina habló con los dueños del perro. Estos le dijeron que su mascota tenÃa ya muchos años y que estaba bastante cansado.
—Vaya, pues va a ser verdad que tienen un superpoder interesante, Amalia —dijo Valentina.
Ese dÃa, Amalia descubrió que podÃa comprender y hablar con los animales. Muchos no la creyeron y se burlaron de ella. Eso entristecÃa mucho a Amalia, asà que procuraba no hablar sobre ello.
Un dÃa, en la escuela, la maestra, estaba preocupada porque Copito, el gato de la escuela, habÃa desaparecido.
—¡Amalia, necesitamos encontrar a Copito! —dijo la maestra, angustiada.
—Creà que pensabas que mi don era una tonterÃa —dijo la niña.
—Ahora tienes la ocasión de demostrar que es cierto lo que dices —dijo la maestra.
Amalia asintió y se acercó al árbol donde solÃa descansar Copito. Allà habló con las ardillas. Estas le dijeron que vieron al gato en el parque.
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€”Profe, profe, Copito está en el parque. Las ardillas me lo dijeron —informó Amalia.
La maestra siguió a Amalia hasta el parque. AllÃ, encontraron a Copito atrapado en un árbol. Tuvieron que llamar a los bomberos para rescatarlo.
—¡Muchas gracias, Amalia! —exclamó la maestra, abrazándola con mucho cariño—. No sé cómo lo has hecho, pero has salvado a Copito.
Amalia sonrió, feliz de haber ayudado.
La noticia de que el superpoder de Amalia era cierto corrió por toda la ciudad. Desde entonces todo el mundo le pide favores a la niña. Y ella ayuda a todos encantada.
La gente, agradecida, siempre le regala cosas a Amalia. Pero a ello lo que más le gusta es ver a sus amigos los animales felices.