A Nico le encantaba jugar con el balón. Siempre que tenía un balón cerca empezaba a botarlo, a darle con el pie y a lanzarlo contra cualquier cosa donde pudiera encajarlo. Lo que más le gustaba a Nico era meter el balón en cualquier cosa que pareciese un cubo o una cesta.
Un día, Nico encontró a su padre viendo la televisión.
-Papá, ¿qué estás viendo? -preguntó Nico.
-Es un partido de baloncesto -respondió su papá.
-¡Qué chulo! -dijo Nico-. Yo también quiero jugar a eso.
-¡Pero si solo tienes cuatro años! -exclamó su papá.
-¿Y qué? -dijo Nico-. Yo puedo tirar el balón y meterlo ahí también.
-Está bien, mañana iremos a la cancha de baloncesto, a ver qué tal se te da -dijo su papá.
Al día siguiente, el papá de Nico llevo al niño a la cancha de baloncesto, tal y como había prometido.
-Observa -dijo su papá. Y se puso a botar la pelota y a encestar, para que el niño viera cómo se hacía.
-Déjame, que yo lo hago -dijo Nico.
El niño cogió el balón. Pero le costaba mucho botarla, porque era muy grande y muy dura.
-¿Por qué no coges tu balón, que es más blandito? -preguntó papá.
-No, yo el grande, como tú -dijo Nico.
A duras penas, Nico empezó a botar el balón, avanzando hacia la canasta. Y tiró el balón hacia arriba con toda la fuerza que pudo.
-¡Ay! -dijo Nico, cuando el balón le dio en la cabeza.
-Tienes que ponerte un poco más atrás para que entre desde un lado -le dijo su padre.
-Yo sé, déjame otra vez -dijo Nico.
El niño lanzó de nuevo el balón muy fuerte, pero no lo suficiente. Y el balón cayó al suelo sin tocar siquiera la red.
-Si quieres te cojo para que te quede más cerca la canasta -dijo papá.
-¡No! -exclamó Nico.
E
l niño volvió a intentarlo, pero el lanzamiento fue todavía peor.
-¿Sabes qué? -preguntó Nico a su papá.
-Dime, hijo -respondió su papá.
-Este juego es un asco, así que me voy a jugar a mis cosas -dijo el niño. Y se fue.
-Nico, no seas tan testarudo-dijo su papá-. Podemos jugar juntos a nuestra manera.
-¡Que no! -dijo Nico.
Así fue como Nico se perdió la gran oportunidad de jugar con su papá al baloncesto, aunque fuera a un baloncesto diferente. Y es que, a veces, es necesario escuchar a los que saben y hacer algunos cambios para poder disfrutar del juego y, sobre todo, de la compañía.