El domingo por la mañana, Lucas se levantó de la cama, desayunó y, en vez de ir al parque como siempre, sus padres le propusieron un plan diferente. Le invitaron a ir con ellos a “votar”. Lucas no entendía bien, ¿votar al delegado de clase? ¿Al capitán del equipo de baloncesto? Como estaba lleno de dudas, sus padres le explicaron con detalle lo que había que elegir yendo a las urnas ese domingo.
Le dijeron que lo que se celebraban eran las elecciones generales. Mientras iban a votar al colegio del barrio, Lucas escuchó atento que la ley que regulaba en España este tema era la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG). Le dijeron que lo que se elegía ese domingo era qué personas iban a representar a los ciudadanos en el Congreso. Se les llamaba diputados y en total había 350.
Le dijeron que en España se utiliza la ley D'Hondt, un sistema de cálculo proporcional que a finales del siglo XIX inventó un señor belga. Se usa además en otros países como Chile, Colombia, Paraguay, Bélgica, Bulgaria, Suiza, Polonia, Turquía, Finlandia, Irlanda, Israel y Japón.
Uno de los puntos que más llamaron la atención a Lucas sobre esa ley es que no se tienen en cuenta las candidaturas que no obtengan, al menos, el 3% de los votos válidos emitidos. Los no válidos son los nulos, las papeletas que por ejemplo están rotas o garabateadas. El resto de las candidaturas, se ordenan de mayor a menor, según el número de votos obtenidos. Luego se divide el total entre el número de escaños que haya que repartir. Cada escaño corresponde a un diputado de los que hablábamos antes.
E
ste mismo proceso se repite en España cada cuatro años. Se vota, además de a los representantes del Congreso, a los del Senado. El tiempo que los partidos políticos tienen para convencer a los ciudadanos mayores de 18 años de que les voten en la “campaña electoral”. Arranca dos semanas antes de las elecciones.
Cuando se reparten los escaños, se forman las Cortes y el candidato del partido que haya ganado las elecciones pronuncia un discurso en el Congreso. Después, los diputados le votan o no para que sea presidente del Gobierno y se le nombra delante del Rey. Mientras está en el cargo, el presidente vive en el Palacio de la Moncloa, en Madrid.