Érase una vez una ciudad en donde las calles estaban vacías porque la gente estaba todo el día en su casa aprovechando las nuevas tecnologías.
Sin embargo a Luisa le seguía gustando salir a dar un paseo por la ciudad aunque no fuera acompañada. Le gustaba recorrer todo lo bueno que tenía aquel lugar y observarlo todo con sus ojos aunque por otro lado le daba mucha pena ver como la biblioteca, el museo, el parque o las cafeterías estaban totalmente vacías.
¿Por qué los todo el mundo había decidido no disfrutar de la realidad? Pensaba una y otra vez en cada uno de sus paseos. Un buen día se encontró a una señora sentada en un banco y ésta se asustó mucho al verla:
- ¡Pero jovencita! ¿Qué haces tú por aquí?
- Solo paseaba... ¿Le parece raro?- contestó Luisa acercándose a ella-
- Sí, porque apenas me encuentro con gente y la poca gente ya mayor, que recuerda lo bonito que fueron todos estos sitios antes de que estuvieran vacíos. Ahora la gente joven preferís hablar por internet y mandaros fotos, hablar a través del móvil y divertiros desde casa.
- Tiene razón. Yo solo tengo 13 años pero me gustaría volver a conocer todo aquello. ¿Qué podría hacer? ¿Le gustaría ayudarme?…sería divertido – dijo Luisa a la señora entusiasmada-
La señora se llamaba Josefina y le explicó a Luisa que hacía unos años trabajaba organizando todas las fiestas de la ciudad.
- Podría ayudarte a organizar una gran fiesta para que la gente salga de sus casas pero necesito mucha imaginación y esto supondrá mucho esfuerzo.
- ¡Llamaré a todos mis amigos Josefina! Y entre todos pensaremos algo para recuperar devolver a la realidad a nuestros vecinos – dijo Luisa mientras sonreía feliz -
- Está bien Luisa. Si la semana que viene consigues reunir a tus amigos y que dejen en casa sus móviles, ipads y ordenadores…nos veremos justo en este banco al lado del roble y yo os ayudaré en lo que pueda – dijo Josefina levantándose para marcharse.
Durante toda la semana Luisa se dedicó a contar a todos sus amigos, en el recreo del colegio, la conversación con Josefina. Algunos preferían jugar y ni siquiera se paraban a escucharla.
Entonces Luisa tuvo la idea de hacer carteles en su casa con fotos de cómo habían sido aquellos lugares que ella quería recuperar y dos días después de tener todos sus carteles hechos, los pegó en el recreo.
Los niños se quedaron sorprendidos de todas las cosas divertidas que se podían hacer en su ciudad y al llegar a casa hablaron con sus padres y les dijeron que tenían que recuperar la ciudad.
Una vez cumplido el plazo Luisa apareció a la hora indicada en el banco, al lado del roble y cuando Josefina llegó vio asombrada como Luisa estaba acompañada por todos los vecinos.
La fiesta fue un gran éxito. Los vecinos comprobaron cómo podían disfrutar mucho haciendo actividades juntos sin necesidad de usar teléfonos, ni ordenadores ni ninguna clase de tecnología y las calles y lugares de aquella ciudad nunca más volvieron a estar vacías.