Hacía poco que en el cole habían decidido poner un huerto. Los de cuarto habían plantando unas zanahorias, tomates, lechugas y unos girasoles A los niños les encantaban las pipas, peladas eso sí, así que estaban muy contentos. Los girasoles son plantas divertidas y fáciles de cultivar para los niños y por eso no podían faltar en el huerto. Además, el cole estaba en una ciudad donde el sol era intenso, algo clave para que los girasoles crecieran.
La profe aprovechó la clase de ciencias para ir explicando las particularidades de las plantas que colocarían en el huerto. Les dijo que el nombre científico del girasol es Helianthus, que viene de las palabras griegas "helius" (sol) y "anthus" (flor).
Tras colocar las semillas en la tierra, los niños tuvieron que esperar seis meses a que nacieran las plantas.
-Las hojas de girasol son fototróficas, lo que quiere decir que siguen a los rayos del sol- explicó la maestra- es un fenómeno conocido como heliotropismo.
La clase se dio cuenta de que recolectar los girasoles era muy sencillo. Aprendieron que, si cogían las semillas antes de tiempo estas serían de baja calidad, pero, si esperaban demasiado, acabarían por secarse o los pájaros se las comerían. En consecuencia, el momento de cultivar los girasoles era cuando los pétalos estuvieran secos y comenzasen a caerse.
-Cuando la base verde de la cabeza sea de color amarillo y las semillas estén ya gorditas y con las capas completamente de color negro- dijo la profe.
Para cosechar las pipas de girasol, la profe indicó a los niños cómo cortar los tallos y de qué modo frotarlas rápidamente contra sus manos para obtener las semillas y después secarlas.
-Pero ¿de dónde vienen los girasoles?- preguntó un niño mientras frotaba con energía sus manos para ir obteniendo las semillas.
L
a maestra explicó a la clase que el girasol es una planta originaria de América. Los nativos hervían las cabezas de la planta para extraer el aceite, se comían las semillas crudas o las añadían cocidas a panes y jarabes medicinales. Semillas con mucho potasio, fósforo y calcio.
Con las semillas ya cultivadas, los niños las dividieron en dos grupos. Unas serían para secar y disfrutar de unas sabrosas pipas y otras para plantarlas la próxima temporada. En ambos casos, las semillas tenían que estar completamente secas. Tras el tiempo de secado, las guardaron en el frigorífico del comedor y les añadieron dos cucharadas de leche en polvo para que se conservasen mejor y durasen un año entero. Y, doce meses después, la clase volvió a plantar girasoles.