La frustración de Eduardo
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La frustración de Eduardo

Autor:
Edades:
A partir de 6 años
La frustración de Eduardo Eduardo era un niño que adoraba los deportes y era muy bueno para ellos, pero también era muy bueno para frustrarse. El niño practicaba varios deportes, natación, atletismo y alguno más. A él le gustaba variar y saber un poco de cada cosa.

El problema es que Eduardo estaba siempre comparándose con sus colegas, y así se sentía fatal. En atletismo, se fijaba en cuántos minutos hacían los 100 metros otros niños. En natación miraba los tiempos de los demás, y en otros como el baloncesto se fijaba en la habilidad para manejar la pelota. Aunque Eduardo era bastante bueno, siempre encontraba uno mejor que él, y eso lo hacía sentir mal.

Un día estaba sentado sobre el césped junto a la pista de atletismo con cara larga, lo vio su entrenador que no tardó en acercarse.

—¿Qué pasa Eduardo? ¿Qué es esa cara?

—Es que entreno y entreno y no avanzo, no veo progreso, respondió el niño refunfuñando.

—¿Cómo que no? —preguntó el entrenador.

—Que no. Hay otros niños que tienen tiempos mejores que yo. No logro alcanzar esos objetivos por más que lo intente —respondió Eduardo.

—Pero Eduardo, te estás comparando con los demás.

—¿Y con quién quiere que me compare para ver mis progresos? —respondió el niño casi perdiendo la paciencia.

—¡Contigo mismo, Eduardo! Para saber si progresas tienes que compararte contigo mismo. Mide tus tiempos hoy, y fíjate en las siguientes semanas a ver si lo mejoras.

—Mm, tiene sentido —agregó el pequeño.

—Lo tiene, al único que tienes que superar para avanzar es a ti mismo. Tienes que buscar ser mejor que tú, no que los demás.

El entrenador le dio una palmada en el hombro y se retiró a continuar con su trabajo. Eduardo se quedó unos momentos a solas pensando en lo que el entrenador le dijo, le parecía bastante coherente no compararse con los demás, sino consigo mismo para medir sus progresos. Hasta ahora solo había conseguido frustrarse haciéndolo de esa manera. Así que decidió probar.

DLa frustración de Eduardourante las próximas semanas Eduardo llevo a todos sus entrenamientos una pequeña libreta donde anotaba sus tiempos y desempeño en general. Al cabo de varias semanas se sorprendió gratamente viendo como en sus anotaciones notaba la mejoría. Los tiempos eran menores, semana tras semana, tanto en los 100 metros corriendo, cómo en la natación. En baloncesto las jugadas que antes le parecían imposible las había incorporado con facilidad a su modo de juego.

Así, Eduardo ya no se sintió frustrado sino feliz. El niño vio como su dedicación si daba resultados y progresos, y ya ni en los deportes ni en nada volvió a compararse con los otros gracias a la importante lección que le había dado su entrenador.
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