La historia de Robirrot, un robot en busca de amistad
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La historia de Robirrot, un robot en busca de amistad

Edades:
A partir de 3 años
La historia de Robirrot, un robot en busca de amistad En un rincón olvidado del espacio, en un planeta de metal y luces parpadeantes, habitaba Robirrot, un robot solitario. Robirrot había sido creado para ser acompañante, pero sus creadores se habían marchado, dejándolo solo en aquel mundo silencioso. A pesar de ser un robot, Robirrot sentía la necesidad de tener amigos y compartir experiencias.

Un día, mientras observaba las estrellas, Robirrot decidió partir en busca de amistad. Con piezas de metal y cables, construyó una pequeña nave espacial y se dirigió hacia el lugar más lleno de vida que conocía: la Tierra.

Al llegar, Robirrot se encontró en un parque donde había un montón de niñas y niños jugando. Entre ellos, estaba Lorelei, una niña que miraba al cielo sin parar.

Robirrot siguió a Lorelei hasta su casa y se escondió entre los arbustos. Esa noche, pudo ver a la niña asomada a la ventana, con un enorme telescopio mirando hacia las estrellas.

Robirrot pronto entendió que Lorelei era diferente, que prefería soñar con las estrellas a jugar juegos terrenales.

El robot decidió salir de su escondite y saludarla. En cuanto la niña lo vio, su curiosidad fue inmediata.

—¿Eres un robot de verdad? —preguntó la niña desde su ventana.

Robirrot asintió.

—He venido de un planeta muy lejano en busca de amigos y aventuras.

Lorelei, emocionada, compartió su amor por las estrellas y su sueño de viajar al espacio.

Los padres de Lorelei, que escuchaban la conversación desde la ventana, invitaron al robot a entrar en casa.

Lorelei y él siguieron charlando y terminaron ideando un plan para explorar la galaxia.

Con la ayuda de un mapa estelar y el conocimiento de los padres de Lorelei, modificaron la nave de Robirrot para un viaje más largo.

Juntos, Lorelei y Robirrot viajaron a través de nebulosas de colores y asteroides danzantes, visitando planetas de hielo, junglas flotantes y ciudades en el cielo. En cada lugar, Robirrot y Lorelei descubrían formas diferentes de amistad y solidaridad.

Después de varias semanas de viaje, Robirrot y Lorelei aterrizaron en un planeta donde la amistad era la moneda más valiosa. Este lugar, conocido como Amicora, era un mundo donde seres de todas las galaxias venían a celebrar la unión y el compañerismo.

En Amicora, se encontraron con criaturas de formas y tamaños inimaginables, cada una con su propia historia de amistad.

Una noche, mientras exploraban la ciudad principal de Amicora, se desató una tormenta espacial, una rara ocurrencia en aquel planeta. La nave de Robirrot, que estaba aparcada en las afueras, corría peligro de ser dañada. Robirrot, preocupado, decidió ir a protegerla, pero Lorelei insistió en acompañarlo.

Juntos, enfrentaron la tormenta, mostrando una valentía y un apoyo mutuo que impresionó a los habitantes de Amicora. A través de esta aventura, Robirrot y Lorelei demostraron que su amistad era fuerte y verdadera, capaz de superar cualquier desafío.

ALa historia de Robirrot, un robot en busca de amistadl regresar a la ciudad, fueron recibidos como héroes. Los amicorianos, emocionados por la demostración de amistad genuina, decidieron celebrar una gran fiesta en su honor. Esa noche, bajo las estrellas de Amicora, Robirrot y Lorelei bailaron y rieron, sintiendo una felicidad que nunca antes habían experimentado.

Finalmente, llegó el momento de regresar a la Tierra. Los padres de Lorelei, a través de una comunicación intergaláctica, expresaron cuánto extrañaban a su hija y lo orgullosos que estaban de ella.

A Robirrot le pareció buena idea. Ya no era el mismo robot solitario que había partido de su planeta; ahora tenía una amiga incondicional.

Al aterrizar en la Tierra, Lorelei y Robirrot prometieron seguir siendo amigos para siempre, compartiendo aventuras tanto en la Tierra como más allá de las estrellas. Y así, Robirrot encontró no solo una amiga, sino también una familia que lo aceptó tal y como era.

La historia de Robirrot y Lorelei se difundió por todo el vecindario, enseñando a niños y adultos por igual que la verdadera amistad no conoce de límites, y que todos, sin importar su aspecto o de dónde vengan, merecen ser amados y valorados.
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