Alicia se pasaba todo el día viendo la tele. No quería hacer otra cosa. No le gustaba pintar, ni montar en bici, ni patinar, ni hacer puzles ni jugar con sus muñecas.
Cuando Alicia iba a casa de sus amigas no quería jugar con ellas. Se sentaba delante de la tele y casi no les hacía caso. Y cuando las amigas de Alicia iban a su casa, ella les ponía alguna de las últimas películas que le habían regalado. A sus amigas al principio les gustaba, pero con el tiempo se fueron aburriendo de hacer siempre lo mismo.
- Tienes que esforzarte por ser más simpática y amable con tus amigas o te quedarás sin ellas Alicia -le decían sus padres.
Poco a poco, Alicia empezó a estar más y más sola y triste. Y se convirtió en una niña arisca con la que no quería estar nadie. Ninguna niña de clase le invitaba a su casa a jugar ni tampoco nadie quería ir a casa de Alicia cuando ella las invitaba.
Un día a Alicia sus papás le regalaron un perrito. Era un cachorrito precioso, muy simpático y juguetón. Al principio Alicia no le hacía caso, porque reclamaba su atención mientras ella veía la tele.
- ¡Déjame, chucho! -le gritaba.
Pero al perrito le daba lo mismo, y se divertía mucho haciendo rabiar a Alicia, aunque la niña le tirara los cojines del sofá para apartarlo o le encerrara en su cuarto durante horas para que no le molestara.
Un día, la mamá de Alicia fue a buscarla al colegio iba con su perrito. A todas las amigas de Alicia les encantaba su nueva mascota. Pero la niña no decía nada. Ella solo pensaba en llegar a casa y poner la tele.
Después de varias semanas, el perrito probó a sentarse con Alicia a ver la tele. Se acurrucaba entre sus brazos para que le acariciara y veía la tele en silencio. A la niña empezó a gustarle la compañía del cachorro y pasó a estar más contenta y menos arisca con todo el mundo. Cuando salía del cole y se encontraba con su perrito, Alicia jugaba con él, y sus amigas también se acercaban a tocar al cachorro.
Las niñas empezaron a invitar a Alicia otra vez a sus casas, y también iban a jugar con ella a la suya. Veían un ratito alguna peli divertida junto con el perrito y luego jugaban a representar lo que habían visto en la película y a inventarse historias nuevas. El perrito de Alicia también tenía su papel. Era un gran actor.
Alicia dejó de ser una niña arisca y se convirtió en la niña más simpática de su colegio. Y, aunque sigue viendo la tele de vez en cuando, ha aprendido a disfrutar de otras muchas cosas.