Naturana era una niña que vivía en un hermoso bosque rodeada de animales maravillosos. Con los conejos, Naturana aprendió a correr y a saltar. Con los pájaros aprendió a cantar, y con las mariposas, a bailar. Los peces le enseñaron a nadar y las ardillas, a trepar.
A cambio, Naturana intentó enseñarles a hablar y, aunque no tuvo mucho éxito con eso, aprendieron a comunicarse.
Un día, mientras exploraba el bosque, Naturana encontró a un animal extraño. Estaba encogido, haciendo un ruido que parecía un gemido.
Naturana empujó al extraño animal y enseguida se escondió.
—¡Eres una chica, como yo! —exclamó Naturana.
—Sí, soy una chica. Me llamo Urbanina y me he perdido.
Naturana miró a Urbanina muy extraña. Tenía un montón de cosas encima, algunas colgando, y de muchos colores.
—Qué rara eres —dijo Naturana.
—¡Pues anda, que tú! —dijo Urbanina. Y las dos estallaron en gran carcajada, sin saber por qué.
Cuando se cansaron de reir, Naturana dijo:
—Ven conmigo. Te presentaré a mis amigos y te daré algo de comer.
—Tengo que encontrar a mis papás.
—Mis amigos los buscaran y, cuando los encuentren, iremos a buscarlos.
Las dos niñas se fueron juntas. Urbanina estaba muy asustada al principio, pero pronto se le pasó.
Urbanina comió frutas y otras cosas que no conocía, pero que estaban buenísmas. Bebió un agua tan clara y tan fresquita que le supo gloria. Y descansó en una cama de hojas y hierbas tan cómoda que se quedó dormida.
Al despertar, Naturana la invitó a jugar con sus amigos. Saltaron con los conejos, cantaron con los pájaros, treparon a los árboles con las ardillas y nadaron con los peces en el lago.
Urbanina se lo estaba pasando tan bien que por poco olvida que tenía que volver a casa.
—Naturana, estoy es maravilloso, pero mis papás estarán preocupados.
—Mi amigo el milano ha salido en su busca, no te preocupes.
Poco después Naturana vio al milano planear sobre sus cabezas.
—Vamos, que mi amigo ya ha localizado a tus papás.
Juntas recorrieron el bosque, junto con muchos otros animalitos que las acompañaron para ayudarlas.
No tardaron mucho en encontrar a los padres de Urbanina.
—Hija, qué susto nos hemos llevado —dijeron.
—Mi nueva amiga Naturana y mis nuevos amigos del bosque me han traído hasta aquí. Venid, que os los presento.
Pero Naturana y los demás había desparecido.
Desde entonces, Urbanina va varias veces con sus padres a aquel lugar para ver a Naturana. Le lleva un montón de cosas que su amiga ni tiene y juegan juntas durante días, mientras sus padres acampan en un lugar cercano.
Siempre que se ven, tienen una conversacion similar:
—Algún día tienes que venir conmigo a la ciudad, Naturana.
—Sí, Urbanina, sí. Algún día.
Y ríen, juegan y disfrutan de la naturaleza.