Cuatropelos, el del pie grande, era un pirata muy singular. Le llamaban Cuatropelos porque tenía muy pocos pelos en la barba y casi ni le crecían. Y lo del pie grande le viene de una aventura muy curiosa que vivió nada más enrolarse en su primer barco pirata.
-¡Gran día aquel, muchachos, en el que me gané el apodo de “el del pie grande”! -decía el pirata Cuatropelos cada vez que tenía ganas de contar su historia. Y nunca fallaba, porque todo el mundo le preguntaba qué le pasó. Esta es su historia.
Un día, siendo muy joven, Cuatropelos se enroló en la tripulación de un barco pirata que iniciaba un largo viaje que duraría varios años. Recibió ese nombre, Cuatropelos, nada más subir al barco. Su nombre real era Segismundo. Pero a nadie le importaba ese detalle. Cuatropelos era mucho más fácil de recordar y también de identificar.
Al poco de iniciar la travesía, el barco pirata llegó a una isla desierta. Era su primer destino. Allí, tiempo atrás, había escondido un gran botín. La primera misión era recuperarlo y llevarlo lejos para venderlo.
Pero en la isla desierta les esperaba una sorpresa. Otros piratas habían llegado antes y les estaban esperando. Habían llegado en botes desde su gran barco pirata, que ahora estaba lejos, esperando la señal para volver.
Los piratas no sabían donde estaba el botín, y esperaban a que los otros llegasen para quitárselo.
Apuntándoles con sus pistolas, les dijeron:
-Decidnos dónde está el botín o lo pagaréis con vuestra vida.
Ataron a todos a unos árboles y cogieron a Cuatropelos, él único que no sabía nada de nada. Pero Cuatropelos, improvisando, se las ingenió para engañarlos y llevarlos hacia una cueva.
-El botín está ahí escondido -dijo Cuatropelos.
Los piratas invasores se metieron en la cueva. Cuatropelos quiso mover una gran piedra para cerrar la cueva. Pero esta se le cayó encima del pie y dio un gran alarido. Justo en ese momento, dentro de la cueva se despertaron decenas de murciélagos, que se tiraron sobre los piratas. Estos salieron despavoridos, muertos de miedo.
Al salir tropezaron con la piedra. Eso liberó el pie de Cuatropelos, que se quedó allí tirado, terriblemente dolorido, viendo a los intrusos tirarse al agua para llegar a su barco nadando.
Cuatropelos se arrastró hasta sus compañeros, porque no podía caminar. Y los soltó a todos.
-¡Hay que ver, cómo tienes el pie, Cuatropelos! -le dijeron sus compañeros piratas.
E
ntre todos desenterraron rápidamente el botín y se marcharon por donde habían venido, antes de que los ladrones volvieran.
El pie de Cuatropelos ya nunca más volvió a ser pequeño, nadie sabe por qué. Así que, con el tiempo, sus compañeros empezaron a llamarle Cuatropelos, el del pie grande, en homenaje a su gran hazaña.
Además, en el primer puerto al que llegaron, le encargaron una gran bota para que luciera su gran atributo, que sería, desde entonces, signo de valentía y honor. Desde entonces, esa gran bota le viene muy bien para que todo aquel que quiera oir su historia le invite a alguna que otra ronda en la taberna.
-Si me invitas a un trago de zarzaparrilla te lo cuento -dice siempre Cuatropelos.
Ahora, el pirata Cuatropelos, el del pie grande, es famoso en todo el mundo, y todos quieren conocer su historia.