Había una vez una perrita que tenía un sueño: quería ser astronauta. Se llamaba Luna, y por eso todos creían que el nombre se le había subido a la cabeza.
En realidad, eso no importaba. Fuera como fuese, Luna quería viajar al espacio y convertirse en perro astronauta.
Todos los perros se reían de ella.
—Los perros no son astronautas, y menos los que son como tú.
Luna no sabía a qué se referían los demás perros y no les hacía caso.
Un día, mientras miraba a las estrellas mientras los demás perros se burlaban de ella, aparecieron por allí un grupo de perros nuevos.
—Buscamos a Luna —dijo el que parecía el jefe.
—Soy yo dijo —dijo ella—. ¿Quiénes sois vosotros?
—Somos los perronautas y venimos a invitarte a que te unas a nosotros.
Todos los demás perros estaban atentos a lo que ocurría. Uno de ellos gritó:
—Los perros como ella no valen para nada.
El jefe de los perronautas le dijo:
—Tu vecino cree que como te falta una pata no sirves para esto, pero no es cierto. Has demostrado ser muy capaz.
Después le dio una caja y le dijo:
—Ahí hay una prótesis que te ayudará a hacer mejor la misión que tenemos para ti.
Luna se fue con los perronautas y entrenó muy duro para unirse a ellos en la siguiente misión.
Pero en la escuela de perronautas encontró otros perros que también se burlaban de ella y la creían incapaz por tener solo tres patas, incluso a pesar de usar la prótesis.
A medida que avanzaban los entrenamientos las burlas fueron a peor, sobre todo porque Luna era, con diferencia, la mejor de todos los aspirantes.
Como los que se reían de ella no estaban dispuestos a quedar por detrás, decidieron hacer trampa para dejar a Luna fuera. Y así, el día de la prueba final, le sabotearon la prótesis de la pata.
L
una se hizo mucho daño cuando la prótesis falló. Pero estaba tan preparada que consiguió pasar las pruebas tan solo con sus tres patas. No quedó la primera, pero logró superar a muchos otros perros, incluso a los que le habían dañado la prótesis.
Todos los jueces aplaudieron a Luna por su tesón y su empeño. Ella consiguió su puesto y los que habían saboteado su prueba fueron expulsados.
Luna está cada vez más cerca de cumplir su sueño. Quién sabe; tal vez, la próxima vez que mires al cielo Luna ya estará por allí, viajando de un planeta a otro, o contemplando la Tierra desde el satélite que tiene su mismo nombre.