Mona Molona, la mona abusona
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Mona Molona, la mona abusona

Edades:
A partir de 4 años
Mona Molona, la mona abusona Mona Molona era el animal más famoso de todo el zoo. Mona Molona lo sabía, y le encantaba. No perdía oportunidad para dejarse ver, ni para aprovecharse de los demás monos y otros animales, que siempre la rodeaban, a ver si les caía algo.

—Dejad paso Mona Molona —decía su inseparable compañero Mono Bono. Y todos la dejaban pasar.

—Agua para Mona Molona —decía Mono Bono cuando la veía sedienta. Y decenas de animales se acercaba con agua para ella.

—Aplaudid a Mono Mona —decía Mono Bono cuando ella hacía una gracia. Y todos apladían y vitoreaban a la mona.

Un día, llegó al zoo un chimpancé nuevo que habían rescatado de una partida de caza ilegal.

Para sorpresa de todos, el chimpancé no aplaudía a Mona Molona, no le reía las gracias, no le lleva agua y ni siquiera la miraba al pasar.

Eso no gustó nada a Mona Molona, y decidió poner al chimpancé en su sitio. Así que reunió a sus más leales seguidores y le dijo

—Dame tu comida si no quieres que amanecer lleno de pulgas.

El chimpancé se asustó y le dio a Mona Molona lo que quería.

—Y a partir de ahora, si quieres comer tendrás que hacer lo que hacen lo demás —dijo Mona Molona.

Pero el chimpancé no hizo caso a Mona Molona. Así que ella volvió a visitarlo, acompañada de sus fieles seguidores, y le dijo:

—Dame tu comida otra vez. Y si no quieres dormir en un rincón lleno de pulgas, más te vale obedecer.

El chimpancé le dio su comida, pero siguió sin hacerle caso.

—¡Esto es inaudito! —chilló Mona Molona—. Llena su rincón de pulgas, Mono Bono, a ver si aprende.

Mono Bono obedeció, pero el chimpancé siguió sin hacer caso a Mona Molona. Ella no podía creer lo que ocurría. Así que volvió a amenazar al chimpancé:

—¿Se puede saber qué pasa contigo? Dame tu comida, que veo que no aprendes.

El chimpancé, que estaba ya harto de la mona, le dijo:

—Si me dieras un abrazo a lo mejor me resultaría más fácil ser tu seguidor.

A Mona Molona le gustó mucho oír eso, así que contestó:

Mona Molona, la mona abusona—Vale, te daré un abrazo. Ven aquí.

El chimpancé abrazó a Mona Molona con mucho entusiasmo. Hasta que, de pronto, ella empezó a gritar:

—¡Ah! Suéltame, saco de pulgas. ¡Ah! ¡Cómo me pica todo! ¡Ah!

El chimpancé soltó a Mona Molona y le dijo:

—Y la próxima vez que vengas a robarme la comida le llenaré de cucharadas.

Esa fue la última vez que Mona Molona y sus secuaces se metieron con el chimpancé. Con el chimpancé y con muchos otros compañeros del zoo a los que amenazaban la mona y sus secuaces si no obedecían. Lo que hizo el chimpancé inspiró a muchos a defenderse, y eso hicieron.

Y colorín, colorado, este cuento ¿te ha molado?
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