Había una vez dos niños a los que les gustaba mucho leer. Eran conocidos como Muyleón y Leomenos. Muyleón leía al menos un libro todos los días. Iban al mismo colegio, aunque a clases diferentes. Leomenos no leía tanto, pero también leía mucho, porque todas las semanas leía al menos un libro.
A Leomenos no le gustaba nada su mote. Pero es lo que tiene que te comparen con alguien. En realidad se llamaba Ricardito. Aunque lo seguiremos llamando Leomenos para aclararnos.
—Al menos no te han puesto Leopoco —le dijo un día a su madre.
—Así debería de llamar yo a muchos de mis compañeros, que solo se leen un libro al trimestre, y porque les obligan —protestó Leomenos—. Además, yo leo libros más largos, más interesantes y mucho más avanzados que los demás, incluido es al que llaman Muyleón.
—Déjalo estar, que al final el tiempo pondrá a cada uno en su lugar —dijo su madre.
Y ese día llegó. A bombo y platillo, el colegio anunció un gran concurso de preguntas y respuestas. El ganador iría a un concurso nacional.
En los pasillos no se hablaba de otra cosa.
—Seguro que gana Muyleón, que como lee mucho seguro que sabe un montón de cosas —decían unos.
—Seguro que Leomenos sabe más, porque aunque lee menos libros, los que lee son más gordos y son para más mayores —decían otros.
En cuestión de días, en el colegio se formaron dos bandos: los que apoyaban a Muyleón y los que apoyaban a Leomenos.
Tal era la presión que en los días previos al concurso no se había apuntado nada más que estos dos al concurso. Menos mal que a última hora se presentó un candidato más.
Y así se llegó el día del concurso, en el que solo había tres aspirantes.
—Esto es inaudito —dijo la directora del colegio.
—No ha querido presentarse nadie más —decía la secretaria.
—Bueno, pues empecemos —dijo la directora.
Al principio, Muyleón llevaba ventaja. Pero, poco a poco, Leomenos fue ganando puntos. Aunque ninguno de los dos pudo hacer nada cuando el tercer contrincante cogió confianza y les superó.
Nadie podía creérselo. ¿Cómo era posible?
—¿Cómo lo has hecho? —preguntaron Muyleón y Leomenos a la vez.
—Estudiando mucho, leyendo mucho, viendo documentales, hablando con la gente… —contestó el ganador—. Si en vez de preocuparos tanto por presumir de lo que leéis os centrarais en lo que estáis haciendo, mejor os iría.
Muyleón y Leomenos se quedaron sin palabras.
Al final fueron los tres al concurso nacional, que era por equipos. Y desde entonces los tres son grandes amigos, han fundado un club de lectura y han animado a muchos otros niños y niñas a leer y a ser curiosos. ¡Si hasta hay cola en la biblioteca y todo!