Pedro era un niño de 6 años muy travieso que casi nunca hacía caso ni a sus padres ni a su hermana mayor, que se llamaba Silvia. Cuando iban a algún sitio, los padres de Pedro no paraban de regañarlo, pero a él le daba igual y no aprendía a comportarse mejor.
Un día, Pedro, sus padres y su hermana fueron al centro comercial a hacer unas compras y, de paso, a tomar algo y ver una peli en el cine.
- Pedro, ¡no toques eso! Pedro, ¡estate quieto! -le decían sus padres continuamente mientras hacían la compra.
Después, toda la familia fue a un restaurante a comer pizza y Pedro siguió haciendo el tonto.
- ¡Mira Silvia! -le decía Pedro a su hermana mientras se metía la pajita de la bebida en la nariz.
- ¡Estate quieto! ¡Estás tonto! -le contestaba su hermana.
Cuando terminaron de comer, fueron al cine y, a mitad de la película, Pedro dijo:
- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Me hago pis! ¡Necesito ir al baño!
- Espérate un poquito a que acabe la película y vamos todos -le contestó su madre.
- ¡Vaaaaaale! -respondió Pedro.
Pero no fue así. Pedro aprovechó que todo estaba muy oscuro en el cine y sus padres estaban pendientes de la peli para hacer, una vez más, lo que le daba la
gana. Así que, con cuidado, se escapó de la sala y se fue él solo por todo el centro comercial a uno de los baños.
Lo que se no esperaba fue lo que ocurrió. ¡Se quedó encerrado en el baño y no podía salir de allí!
Esperó un buen rato a que alguien apareciera, pero ya era tarde y había ido al baño menos transitado de todo el centro comercial. Nadie lo escuchaba y empezó a sentir mucho miedo y pánico. Entendió que no podía ser tan travieso porque a veces podría ser peligroso.
-
Pero, ¿por qué no habré hecho caso a mi madre? Y ahora, ¿cómo me van a encontrar? -se lamentaba Pedro mientras lloraba desconsolado.
Cuando los padres de Pedro y su hermana se dieron cuenta de que Pedro se había escapado se llevaron un susto de muerte. Silvia estaba tan asustada que no podía parar de llorar.
Al final, tuvieron que buscar a un guardia de seguridad y, entre todos, comenzaron a buscar a Pedro hasta que por fin lo encontraron encerrado en aquel baño.
Cuando Pedro vio a sus padres y a su hermana se abrazó rápidamente a ellos, les pidió perdón y les prometió que desde ese momento jamás volvería a ser tan
travieso.