Había una vez un pequeño pájaro llamado Piopipo que vivía en un árbol en el bosque. Piopipo era muy curioso. No paraba de explorar el mundo que lo rodeaba.
Un día, mientras volaba por el bosque, se encontró con un extraño objeto plano y brillante. Era redondo y tenía una especie de colita con una agujero.
—¡Qué objeto tan maravilloso! —exclamó Piopipo.
Piopipo no sabía qué era, pero estaba tan fascinado por él que decidió llevarlo a su nido. Allí, Piopipo y sus amigos comenzaron a jugar con el objeto.
A uno de los pajaritos se le ocurrió meter el pico por el agujero empezar a soplar.
—¡Mirad, se está hincando! —dijo Piopipo.
Al cabo de un rato, el objeto maravilloso era enorme. Todos querían subirse encima de él. Pero en cuanto el pajarito que había metido el pico lo sacó, el objeto se desinfló.
—¡Tengo una idea! —dijo Piopipo—. Vamos a hincharlo otra vez. Cuando esté listo, colocaré la colita entre mi pico y ya no se irá el aire.
—¡Bien! —gritaron los demás pajaritos.
Al cabo de un rato, el objeto maravilloso estaba hinchado otra vez. Gracias a Piopipo no se desinfló.
Una ardillita que había subido al nido a ver el objeto maravillo ató una ramita alrededor de la colita y así Piopipo pudo soltarla.
—¡Gracias, ardillita! —dijo Piopipo.
—Mira, se marcha —dijo la ardillita.
El objeto maravilloso había tomado vida propia y empezó a volar por el aire.
—¡Rápido, traedlo aquí! —dijo Piopipo.
Los demás pájaros salieron volando y, aleteando, consiguieron devolver el objeto maravilloso al nido.
—¡Súbete, ardillita! Así podrás ver el mundo desde arriba, como nosotros —dijo Piopipo.
La ardilla se subió al objeto maravilloso y contempló el bosque como lo ven los pájaros.
Al cabo de un rato, Piopipo fue a buscar a su amiga. Cogió la cola del objeto maravilloso con el pico y lo llevó al nido de nuevo.
Cuando llegó, los animalitos que habían podido subir hasta el nido hacían cola para probar el objeto mágico.
Durante días, los más pequeños del bosque pudieron disfrutar de un viaje por el aire.
Todo acabo el día que el objeto maravilloso explotó.
A todos les dio mucha pena, pero nunca olvidarán aquella gran experiencia.
Piopipo estaba muy feliz, porque había podido compartir con muchos animales una experiencia fantástica.
