Trece era un pueblo pequeño que una noche de otoño vivió un acontecimiento que sus habitantes nunca pudieron olvidar. De hecho, aún hoy se cuenta de padres a hijos, de vecino a vecino y todos escuchan con suma atención esta historia.
A mediados del mes de noviembre y en plena noche llegó a Trece un gran búho que se coló a dormir en la cuadra de un vecino. Allí pasó tres días y dos noches, acurrucado y comiendo maíz y semillas. De hecho, no se atrevía a abandonar su refugio porque tenía miedo a las demás aves.
Cuando el hijo del dueño de la cuadra fue allí a por paja para hacer la cama de las ovejas, se asustó al ver al búho acurrucado en un rincón. Sus ojos brillantes destacaban en medio de la oscuridad y el joven salió despavorido. De hecho, no pudo ver siquiera de qué animal se trataba y fue a su padre diciéndole que había visto un ser tenebroso y acechante.
Le contó que había visto como engullía sin pensárselo dos veces a un pequeño ratoncillo de campo. La cuestión es que el chico no había visto un búho en su vida. Nunca había tenido delante de sus ojos a un animal con una mirada tan enigmática, que pudiese girar su cuello de esa manera y que emitiese un ruido tan extraño. Y por eso se sentía desconcertado.
Su padre le tranquilizó y le dijo que subiría él mismo al pajar a averiguar de qué monstruo se trataba. El hombre, al descubrir al animal, también salió corriendo. Tampoco había visto un búho en su vida. Corrió a pedir ayuda a sus vecinos, a alertarles de la presencia de un animal muy peligroso y desconocido que podía poner en peligro a toda la ciudad.
U
n grupo de lugareños se congregaron en torno al pajar a la espera de que aquel extraño animal se decidiese a salir para poder capturarlo. Por suerte, a la mañana siguiente llegó al pueblo una joven que era una gran conocedora del mundo de las aves.
Había viajado a lo largo de todo el mundo estudiando diferentes especies y familias. Por eso, pudo decir a los habitantes de Trece que lo que tenían delante era un búho. La gente del pueblo entendió lo importante que es leer y aprender cosas para evitar tener miedo de cosas inofensivas. En este caso, de un pobre búho que lo único que buscaba era cobijo y algo que llevarse a la boca.