Toby, el perrito descontento
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Toby, el perrito descontento

Edades:
A partir de 4 años
Toby, el perrito descontento Toby era un perrito que vivía en una granja. A pesar tener todo lo que necesitaba y de estar siempre suelto, sin correas ni cadenas, Toby no era feliz.

Cada vez que Toby veía al gato subir por las paredes, caminar por los tejados o saltar de rama en rama sentía una gran dolor. Un día, Toby le dijo al perro:

—¡Ojalá yo pudiera saltar tanto como tú! ¡Qué triste estoy por no poder hacerlo!

El gato le respondía:

—A mí me gustaría poder dormir en una cama blandita dentro de la casa y no puedo. Pero no por eso estoy triste.

Toby se quedó pensando que poder dormir dentro de la casa en una cama limpia era una buena cosa.

Pero no era eso lo único que envidaba Toby. Después de ver al gato se acercó al estanque a beber agua. Y allí estaban los peces, nadando sin preocuparse de nada más.

—¡Cuanto me gustaría ser pez para estar todo el día nadando sin hacer nada más! ¡Cuánta envidia tengo de vosotros!

Los peces le miraron extrañados. Uno de ellos le dijo:

—A nosotros nos gustaría poder ir de acá para allá, y no estar en este pequeño estanque sin poder conocer ningún otro sitio. No como tú, que vas y vienes donde te place. Pero eso nos hace sentir desgraciados.

Toby pensó que tal vez no estuviera tan mal eso de poder ir donde quisiera y tener un gran lugar donde correr y jugar.

Pero enseguida volvió a sentirse triste y desgraciado, porque un pájaro se posó en la rama de un árbol cercano y se puso a cantar.

—¡Qué desgraciado soy! —dijo Toby—. Ojalá yo pudiera volar alto y ver el mundo desde ahí arriba, y poder cantar como tú lo haces, pajarito.

El pajarito le dijo:

—A mí me gustaría poder correr tan rápido como tú para huir de los depredadores, y poder tener comida en mi plato, sin tener que buscarla a todas horas. Y jugar a la pelota con los niños y disfrutar de sus caricias. Pero no por eso me siento

Toby pensó jugar con los niños y disfrutar de las caricias de los humanos estaba muy bien. Y no tener que buscarse la comida o no estar amenazado por otros que quisieran comérselo también.

—¡Toby! ¿Dónde estás, amigo?

TToby, el perrito descontentooby se dio la vuelta y fue corriendo al encuentro de Tomás, el dueño de la granja. En cuanto llegó le acarició, le dio unas galletas y le dijo un montón de cosas bonitas.

El gato, desde el tejado, le preguntó al perro:

—¿Renunciarías a todo esto por saltar alto, estar todo el día bañándote sin hacer otra cosa o mirar el mundo desde el cielo mientras cantas?

Pero a Toby no le dio tiempo a contestar, porque enseguida el pájaro se acercó y le dijo:

—¿No ves lo afortunado que eres? Deja de llorar por lo que no tienes y empieza a disfrutar de todas las cosas buenas que te han tocado.

Desde entonces Toby no volvió a sentirse triste y desgraciado. Al fin y al cabo, podía disfrutar de muchas otras cosas.
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