A Josito le costaba mucho quedarse dormido. Por eso su mamá o su papá le leían cuentos por la noche. Así Josito se dormía mejor.
Josito todavía era muy pequeño y, aunque sabía leer un poco, papá y mamá leían mucho mejor. Los cuentos son mucho más bonitos cuando te los leen.
Un día papá y mamá tuvieron que irse y no pudieron quedarse a leerle el cuento a Josito.
-Josito, esta noche Pruprú te leerá el cuento -dijo mamá.
-Pruprú es robot, mamí -dijo Josito-. Pruprú no sabe leer.
-Sí que sabe -dijo papá-. Yo mismo lo programé la semana pasada.
-¿Me voy a quedar solo toda la noche con Pruprú? -preguntó Josito.
-No va a pasar nada -dijo mamá-. Pruprú te va a cuidar por la noche igual de bien que te cuida el resto del día, cuando no estamos.
Pruprú era un robot cuida niños, el último modelo. Lo habían inventado los papás de Josito, y eran todo un éxito. A Josito le gustaba mucho Pruprú, porque le cuidaba muy bien. Pruprú hacía unas meriendas geniales, y sabía un montón de juegos.
Cuando llegó la hora de irse a dormir, Pruprú llamó a Josito. Con su voz robótica le dijo:
-Josito, a dormir. Es la hora del cuento.
-No sé yo, Pruprú -dijo Josito-. Mamá y papá cuentan cuentos muy interesantes. Pero sé que se inventan cosas mientras leen, por eso son tan geniales.
-Pruprú también cuenta muy bien los cuentos -dijo el robot.
-¿Y si no me duermo? -dijo Josito.
-Tengo una cuento infalible -dijo Pruprú.
-¿Qué significa eso? -preguntó Josito.
-Que no puede fallar -dijo Pruprú-. Con mi cuento te vas a quedar dormido enseguida.
-No sé yo -dijo Josito.
-Había una vez un robot llamado Josito -empezó a decir Pruprú.
-¿En serio? ¿Ahora soy un robot? -dijo el niño.
-No me interrumpas y sígueme la corriente -dijo Pruprú-. Había una vez un robot llamado Josito. Josito se movía como un robot y hacía ruidos como un robot.
Josito empezó a moverse imitando a Pruprú y a hacer los mismos ruidos raros que hacía su amigo.
-Josito hacía todas esas cosas que hacen los robots -siguió diciendo Pruprú mientras hacía movimientos que el niño imitaba.
-
Al final del día el robot Josito se tenía que conectar a la red eléctrica para recargar la batería -siguió diciendo Pruprú mientras el niño seguía imitándole.
-Pero un día -continuó Pruprú- el robot Josito tuvo mucho trabajo y se olvidó de cargar las baterías. Poco a poco empezó a quedarse sin energía. Tenía que conectarse antes de que fuera demasiado tarde. Llevó al enchufe, se lo colocó y cerró un ojo. Estaba casi descargado. Así que cerró el otro ojo para cargarse más rápido. El robot Josito se puso en modo ahorro para acelerar la carga. Y así se quedó hasta que la batería se cargó por completo.
Pruprú no sabía muy bien hasta dónde había oído Josito la historia, porque cuando acabó, el niño estaba completamente dormido.