Carlos llegó a casa impresionado. No veía el momento de poder contar a su padre lo que había visto. Así que, en cuanto pudo, le dijo a su padre:
-Papá, no te imaginas la que se ha montado hoy en la plaza. Han llegado unos chicos y la han liado parda.
-¿Se armó la marimorena? -preguntó su padre.
-¿Qué dices de marimorena? -dijo Carlos-. ¿A qué sacas ahora el villancico, si no es Nochebuena? ¿Qué tendrá que ver?
-¿No me has dicho que se ha liado parda en la plaza? -preguntó el padre.
-Sí -dijo Carlos.
-Pues eso -dijo el padre-. Decir que se ha liado parda y que se armó la marimorena es lo mismo.
-¿En serio? -dijo Carlos-.
-Sí -dijo el padre-. La expresión armarse la marimorena viene de hace mucho.
-Y yo pensando en villancicos... -dijo Carlos-. Cuenta, cuenta.
-Pues la expresión tiene que ver con una señora llamada Maria Morena y un pelea que hubo en su taberna madrileña en el siglo XVI. Allá por el año 1579, creo recordar.
-¿Maria Morena? -preguntó Carlos-. ¡Mari Morena! ¿Tanto lío hubo?
-
Pues sí -dijo el padre-. Al parecer, unos soldados llegaron a la cantina pidiendo el mejor vino tuvieran, pero los taberneros, María y su marido, se negaron a servírselo.¡Y no veas la que se armó!
-Vamos, que la liaron parda -dijo Carlos
-Tanto que la pelea llegó a los tribunales y se hizo famosa -dijo su padre.
-Pero ¿por qué la marimorena? -preguntó Carlos-. ¿Salió mal parada? ¿La mataron?