Ha llegado el verano a la ciudad y hace quince días que Alberto ha cumplido 11 años. La fiesta fue genial, merienda en su casa y luego al cine. Ahora tiene muchos amigos y cada vez tiene más planes por ello discute mucho más con mamá.
Esta todo el día detrás de él para que se duche, para que se cambie la ropa, para que se pase bien el cepillo por el pelo. A él no le gusta, le encanta llevar su chándal favorito, su pelo al aire y ducharse cada tres días porque le da mucha pereza meterse debajo del agua.
Una tarde de viernes Alberto salió de clase de gimnasio y Luis y Marcos se acercaron a él para invitarle al cumpleaños de Luis. Era en su casa y estaba invitada casi toda la clase. La merienda era pronto sobre las cinco. Lo consultaría con mamá pero estaba casi seguro de que le dejaría ir.
Cuando llegó a casa le pidió permiso a su madre y está le dijo:
-Vale cariño, pero entonces tienes que acabar de comer, hacer los deberes y ducharte. Yo te planchare el pantalón corto y te lo dejo en la habitación hoy hace mucho calor.
-Noooo, tengo bastantes deberes. Si tengo que hacerlos no me va a dar tiempo a ducharme. Estoy bien así.
-¿Cómo no te vas a duchar? Si además vienes de hacer gimnasia.
-Eso fue hace ya dos horas, no estoy nada sudado- Protesto Alberto-. No quiero.
Su madre insistió, pero Alberto se acabó encerrando en el baño y solo consiguió que este dejara correr el agua y que mintiera diciendo que ya se había duchado. Cuando salió Alberto se puso la ropa y se fue sin peinarse. Cuando llegó a la fiesta todos sus compañeros le saludaron y este se sentía muy bien.
La madre de Luis sacó la merienda, unos jugosos bollos rellenos de jamón y queso, una empanada, unos sándwich vegetales y un montón de donuts caseros. Se puso a coger la comida y a hablar con una de sus compañeras de cole, cuando se dio cuenta de que la niña solo le contestaba con monosílabos y que cortaba la conversación para irse a otro sitio.
Alberto se dijo que esa niña era una tonta y que pasaría de ella, fue al grupo de Marcos y Antonio, dos niños con los que jugaba en el recreo y cuando se dio cuenta a los dos minutos de llegar él a la conversación ambos se fueron diciendo que iban a coger unos bollos a la mesa. ¿Qué sucedía? El otro día cuando su cumpleaños todo estaba bien y la gente parecía estar a gusto con él.
Alberto algo más triste camino a la mesa y cuando se dio cuenta notó que la madre de Luis, el cumpleañero estaba cerca de él. Esta se agachó y le dijo bajito en la oreja:
-Alberto, cielo. Mira, es la primera vez que lo noto, pero me gustaría que supieras que hoy hueles muy raro. Como si tuvieras la ropa manchada, o quizá no te dio tiempo a pasar por la ducha. No pasa nada, pero quizá notas que el resto de los chicos se separan por eso.
Alberto se puso rojo, no supo que contestar, ¡Qué vergüenza! Al final su madre tenía razón, la higiene era muy importante para uno mismo y para los demás, había aprendido la lección.