Ana, la protectora de las flores
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Ana, la protectora de las flores

Edades:
A partir de 3 años
Ana, la protectora de las flores Ana había empezado a amar a las plantas y las flores de su jardín desde muy pequeña. En vez de cogerlas para hacer un ramo que llevarse a casa, les cantaba sus canciones favoritas mientras les dedicaba delicadas y suaves caricias.

Un día, paseando por el bosque durante una excursión con el colegio, se encontró con la flor más bella que nunca había visto. Una mezcla entre amapola y crisantemo plagada de colores brillantes y que desprendía un olor dulce y envolvente.

Como siempre hacía, se puso a acariciarla y a cantarle muy bajito. Al momento, unos diminutos seres salieron de su escondite debajo de un castaño y se dirigieron a Ana. Viendo lo cuidadosa y respetuosa que era la niña con las plantas decidieron convertirla en su protectora. Para ello, le pidieron que dibujase el bosque tal y como lo veía a través de sus ojos de niña.

Esa tarde, ya en casa, se puso con la tarea que le habían encargado aquellas curiosas criaturas. Nada más apoyar el lápiz sobre el papel la niña se vio sumergida en una espiral de colores y formas fantásticas. Pronto se dio cuenta de que había ido a parar al bosque y que se había transformado en una flor más,en la compañera de aquella flor maravillosa mezcla de amapola y crisantemo. Su perro Pulgas también había ido a parar al dibujo y se había transformado en un llamativo elfo de grandes orejas y pequeñas manos con cascabeles en sus dedos.

Siendo una flor, Ana podía observar mucho mejor a las personas que paseaban por el bosque. Se dio cuenta con mucha pena de que había gente muy poco respetuosa con la naturaleza. Tiraban papeles, colillas, latas de refresco y hasta prendas de ropa. Todo aquello hacía mucho daño a los animales además de a las plantas, que tanto gustaban a Ana.

Ana, la protectora de las floresUn día vio cómo una familia había hecho una barbacoa y había dejado todos los plásticos de la comida en un claro del bosque. En el momento en el que Ana intentó ir a limpiarlo dejó de ser una flor y volvió a ser una niña. Le habían hecho protectora del bosque y su misión era observar, pero no podía intervenir para cambiar las cosas.

Lo que podía hacer era, de nuevo en su cuerpo de niña, convencer a la gente de su entorno de que fuesen más responsables. Recordarles que el bosque, los mares, los ríos… eran de todos y que juntos había que mimarlos.
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