Josito era un niño al que le encantaba la naturaleza. Todos los días paseaba por el parque y recogía toda la basura que la gente dejaba por allí.
Un día hizo una excursión al campo con los compañeros del colegio y, cuál fue su sorpresa cuando vio que un grupo de niños comenzó a arrancar plantas, flores y a pisar arbustos.
- ¡No hagáis eso! ¡Parad! ¡Hacéis daño a las pobres plantas! – gritaba Josito.
Pero los niños se reían de él y no le hacían ni caso.
- ¡No digas tonterías! ¡Las plantas no sienten nada! – le contestaban los niños riéndose.
Josito iba detrás de ellos recogiendo todo lo que iban dejando por el suelo e intentando cuidar el entorno para que aquello no quedara hecho un asco. Incluso hablaba con las plantas para darles cariño…
- ¡Uhhhh! ¡Mirad a Josito! ¡El novio de las plantas! ¡Ja, ja, ja! – gritaban los niños burlándose de él.
Pero Josito seguía a lo suyo, convencido de que lo que hacía era bueno para las plantas y la naturaleza.
Un día, mientras estaba en casa, escuchó ruidos en el jardín y, cuando salió a ver qué ocurría, no podía creer lo que sus ojos veían:
- ¡Todas las plantas y flores estaban destrozadas! ¡Las han arrancado! – lloraba Josito mientras observaba como todo su jardín estaba destrozado.
Josito sabía que habían sido aquellos niños y se sintió muy mal, aunque rápidamente se puso a arreglar todo y a plantar las plantas que aún se podían salvar.
Estuvo horas y horas arreglando el jardín y cuando ya estaba regándolo, de repente vio como las plantas cobraban vida.
- Josito, ¡Muchas gracias por cuidarnos tanto! ¡Si no fuera por personas como tu, no habría plantas en el mundo! – le dijeron las plantas.
Josito pensó que estaba soñando pero se puso muy feliz al ver que las plantas le hablaban.
-
Siento mucho lo que os han hecho esos niños…¡No entiendo cómo pueden ser tan malos! – les dijo Josito.
- ¡No te preocupes! ¡Se nos ocurrirá un plan para que aprendan la lección! – contestaron las plantas.
Al día siguiente, cuando los niños malos vieron que Josito había arreglado el jardín, quisieron pisotearlo y destrozarlo de nuevo, pero, esa vez, ocurrió algo que no esperaban…
¡Todas las plantas cobraron vida y se llevaron un susto terrible!
Los niños salieron corriendo mientras las plantas les advertían de que no debían volver a hacer eso o ellas mismas se encargarían de convertirlos en plantas.
Los niños se asustaron tanto que, al final, aprendieron la lección y nunca más lo volvieron a hacer.