Arturo participaba activamente en un debate que mantenían en clase sobre las fuentes de energía y su impacto en el medioambiente. Poco a poco la conversación fue subiendo de tono y Arturo, elevando la voz y con gran afectación, dijo:
—¡Esto será el fin de la especie humana!
Toda la clase se quedó en silencio. Pedro, desde la primera fila, le dijo:
—No seas pájaro de mal agüero, Arturo.
—¡Aquí el único pájaro eres tú! —contestó Arturo.
Afortunadamente sonó el timbre y la cosa quedó ahí. Pero Arturo estaba preocupado, porque no sabía que era eso del pájaro de mal agüero.
Cuando Arturo llegó a casa fue directamente a la cocina, donde sabía que encontraría a su abuelo preparando algo de comer.
—Abuelo ¿qué es un pájaro de mal agüero? —preguntó Arturo.
—Hola, nieto, buenas —dijo el abuelo—. Te veo preocupado. ¿Has visto un cuervo o qué?
—¿Qué dices de cuervos? Que no te enteras, abuelo —dijo Arturo—. Te pregunto por los pájaros de mal agüero.
—Ay, Arturo, ten un poco de respecto, que parece que el que no se ha enterado eres tú —dijo el abuelo.
Perdona, abuelo, es que me he puesto muy nervioso —dijo Arturo—. En clase un compañero me ha dicho que no sea un pájaro de mal agüero, y no sé qué significa.
Arturo le contó cómo había pasado todo mientras su abuelo escuchaba con interés. Cuando el niño terminó, le dijo:
—A las personas negativas se les suele llamar así, pájaros de mal agüero. Es algo que viene de la antigua Roma, donde los adivinos, llamados augures, predecían el futuro mirando el vuelo de las aves. Se consideraban que el vuelo o incluso la presencia de algunos tipos de pájaros traían mal augurio, es decir, mala suerte.
—¡Wala, abuelo! ¡Cuánto sabes! —dijo Arturo.
—Por eso te pregunté antes si habías visto un cuervo, porque ese tipo de pájaro se consideraba, en determinadas circunstancias, un pájaro de mal agüero.
—¿Y es cierto? —preguntó Arturo—. ¿Se puede predecir el futuro mirando el vuelo de los pájaros?
—Eso son mitos y leyendas, Arturo —dijo el abuelo—. En todas las culturas hay creencias de ese tipo, supersticiones y métodos de adivinación, incluso en la actualidad.
Arturo y su abuelo se quedaron charlando sobre el tema animadamente mientras preparaban algo de comer. Después de un rato, Arturo dijo:
—Hay que ver lo mucho que disfruto cuando hablo contigo, abuelo.
—Y yo también, Arturo; yo también —respondió el abuelo.