Había una vez un pequeño mundo muy lejano llamado Colorimus. En Colorimus cuatro tipos de cuatro tipos de ciudadanos: azules, verdes, amarillos y rojos. Cada uno de estos ciudadanos había sido creado por un dios, el cual se ocupaba de cuidarlos y guiarlos.
La diosa Blu creó a los ciudadanos azules. El dios Grin creó a los ciudadanos verdes. La diosa Yeli creó a los ciudadanos amarillos. Y el dios Redu creó a los ciudadanos rojos.
Los ciudadanos amarillos y rojos eran bastante pacíficos. Sin embargo, los ciudadanos azules y verdes vivían en constante lucha por saber quién tenía más y mejores ciudadanos. El motivo de su lucha no podía más simple: verdes y azules se creían los colores más importantes de Colorimus y los dos querían ocupar el lugar de ser el mejor color en el planeta.
Un día, durante el festival de los colores, todos los ciudadanos en Colorimus se reunieron para convivir, reír y jugar. Los cuatro dioses habían preparados grandes sorpresas, como siempre hacían para celebrar esos días.
La diosa Blu iba a sorprenderlos creando a un ciudadano azul, cuya apariencia sería más grande que la de sus habitantes comunes, y que sería muy fuerte y muy inteligente. Sería el primer y único superhéroe azul que jamás hayan tenido en su mundo.
La idea de la diosa Blu era tan increíble que el dios Grin quedó asombrado cuando lo descubrió.
-¡No, ella no puede ganarme a mí! -pensó el dios Grin-. ¡Yo soy el gran dios Grin y no seré fácilmente vencido!
Y lo primero que hizo fue husmear entre las pertenencias de la diosa Blu para robarle su gran idea.
El dios Grin logró encontrar la receta y se la llevó con él para crear a su súper-ciudadano verde.
Mientras que el dio Grin creaba a su súper-ciudadano, la diosa Blu se dio cuenta de que no tenía su receta:
-¡Alguien me ha robado! -exclamó la diosa Blu-. Solo ha podido ser uno dios.
Ella llamó a su creación y le dijo:
- Parece ser que será tu primera misión, mi pequeño súper-azul: debes encontrar la receta robada.
Súper-azul buscó en las pertenencias de los dioses Yeli y Redu sin encontrar ningún rastro de la receta de su diosa. El último lugar en donde le faltaba buscar era en las pertenencias del dios Grin. Pero cuando buscó tampoco encontró la receta. Entre las cosas del dios Grin solo había una simpática ciudadana verde con su misma apariencia y habilidades.
Súper-azul quedó sorprendido al verla, pero decidió seguir buscando la receta. No se dio cuenta de que era una super-ciudadana, igual que él. Ella le propuso ayudarle a buscar la receta y entre ellos comenzaron a buscar mientras conversaban y reían juntos. La dios Blu los vio, y supo que el dios Grin era el ladrón. Así que fue en su busca.
Mientras tanto, los super-ciudadanos encontraron la receta. Pero, por accidente, hicieron algo que estaba prohibido: juntaron sus manos y ambos se fusionaron, creando un nuevo color jamás visto. Ellos no sabían que los ciudadanos de diferente color no podían tocarse, pero el resultado les pareció maravilloso.
La fusión ocurrió justo cuando la diosa Blu y el dios Grin llegaban al lugar donde este escondía la receta. Y quedaron maravillados con el resultado: un super-ciudadano color turquesa les estaba esperando.
-¡Es mío! -gritaron la diosa Blu y el dios Grin a la vez
Pero el súper-ciudadano turquesa consiguió huir antes de que lo atraparan, dando un gran salto. Fue un salto tan grande que aterrizó en medio de lugar donde se celebraba el festival de los colores. Todos los ciudadanos miraron a aquel nuevo ciudadano, muy sorprendidos.
Los dioses creyeron que esto sería una catástrofe, pero no fue así. Cuando descubrieron cómo había aparecido ese nuevo color, muchos probaron a tocarse. Se fusionaron dos, tres y hasta cuatro ciudadanos, logrando nuevos colores. Y así fue como en Colorimus aparecieron el violeta, el naranja, el rosa y muchos colores más.
Los colores dejaron de discutir y empezaron a combinarse, creando ciudades llenas de luz, de alegría y, sobre todo, de variedad.