Érase una vez en un pueblecito muy lejano en el que había una familia muy pobre. Tan pobre era que que se dio cuenta de que llegaban las navidades y apenas tenían dinero para poder decorar su casa. Los niños estaban preocupados porque pensaban que si su casa no estaba decorada, ni Papá Noel ni los Reyes Magos, se darían cuenta de ellos y no traerían ni regalos ni paz a su hogar.
Tanto insistieron los niños que sus padres el día antes de Navidad fueron a dar un paseo por los mercadillos a ver si encontraban un árbol que pudieran comprar. Pasearon y pasearon y no encontraban nada hasta que un hombre que guardaba árboles y adornos en una furgoneta tiró algo al lado de un cubo de basura.
Los niños cuando se fue corrieron a ver que era y llamaron a sus padres:
-Venid aquí, que ese señor se ha dejado un árbol, aunque está un poco mayor.
-¿Un árbol mayor? -preguntó mamá mientras se acercaba.
-Sí, esta marrón y con pocas hojas -dijo la niña-. ¿Nos servirá?
-Claro que sí. Es un regalo. Nos ha aparecido un árbol de navidad.
Entre todos lo cogieron y lo llevaron a casa, hicieron adornos de cartulina, colocaron espumillón de colores que tenían del año anterior y se sacaron fotos con él. Mejor o peor, era el árbol de Navidad de su casa. Al día siguiente los niños fueron al colegio y enseñaron a algunos compañeros la foto de su árbol y muchos de ellos empezaron a reírse. ¡Vaya árbol! Con eso los reyes magos no te van a traer nada. Se mofaban de ellos y criticaban su ocurrencia en bajo.
Los niños llegaron a casa desilusionados y miraron al árbol con tristeza, no era un gran árbol verde como los de los centros comerciales.
Se lo contaron a sus padres, que no les dieron importancia a los comentarios y les dijeron que disfrutaran de su belén y su árbol que era suyo y, por lo tanto, único.
La noche de Reyes los dos hermanos estaban preocupados por si los Reyes Magos pasaban de largo. Cuando se levantaron se llevaron una gran sorpresa al ver que debajo del árbol había una cantidad enorme de cosas.
L
os papas se levantaron detrás y se frotaron los ojos pensando que estaban soñando ¿Qué era todo eso? Abrieron los paquetes y había un baúl con alimentos y chocolates, juguetes, ropa…No sabían de donde había salido todo eso porque no habían pedido tanto.
En uno de los paquetes la niña se encontró una tarjeta que ponía:
Los Reyes Magos premian la ilusión y el cariño con el que se viven y piden las cosas, así que aquí tenéis vuestra respuesta ante tanta cantidad de emoción por la navidad. Sed buenos. Los Reyes Magos.Los niños se abrazaron y se echaron a reír muy felices pensando en contárselo todo a sus amigos para que vieran lo que les había pasado debajo de su árbol.