El hada madrina que aprendió a ayudar
Margarita era un hada madrina muy dedicada. Ella se preocupaba mucho por todas las personas que la solicitaban por ayuda y ponía todo lo mejor de sí para solucionarles sus problemas.
Cocineros que la invocaban para desarrollar nuevas y deliciosas recetas, madres que la llamaban para lograr que sus bebés conciliasen el sueño, niñas que le pedían destacarse en el baile, eran tan solo algunos de los casos que atendía Margarita.
El hada madrina Margarita siempre decía que sí a las peticiones de las personas, y no solo les cumplía su deseo, sino que les daba mucho más que eso.
A un cocinero, por ejemplo, no solo le dio nuevas y deliciosas recetas, sino que hizo que los ingredientes se mezclasen solos mágicamente dando lugar a cientos de platillos. A una pequeña la ayudó con hilos invisibles a destacarse en una exposición de danza.
Al cabo de un tiempo, el problema de Margarita era que, haciendo el seguimiento de quienes había ayudado, veía como estaban fracasando en sus actividades. El cocinero, no lograba cocinar con éxito, todo se le quemaba o le salía con un sabor horrible. La niña no solo no lograba hacer los pasos difíciles de baile, sino que ni siquiera podía moverse al ritmo de la música.
Ante ese problema, Margarita hizo lo que toda hada madrina hace ante una situación como tal: dirigirse al comité general de hadas madrinas.
Allí, la recibió la directora general de hadas madrinas muy amablemente.
—¿Qué te trae por aquí Margarita?
—Bueno señora directora, me está sucediendo que cada persona a la que asisto, al poco tiempo de atenderla se convierte en un total fracaso.
—Cuéntame algún ejemplo de eso así puedo comprender mejor —preguntó la directora del comité.
El hada madrina Margarita le contó con lujo de detalles el caso del cocinero y de la niña bailarina.
—¿Y cómo intervienes en cada caso? —preguntó la experta luego de escuchar las historias de Margarita.
—Bien, yo creo que de manera perfecta. Ni bien me llaman acudo, no digo que no a ningún pedido, atiendo todas sus solicitudes de manera positiva y cubro cada uno de los detalles de la situación.
—Ese es el problema Margarita. Muchas veces ayudar de más es más perjudicial que beneficioso. Es muy importante ayudar, pero presta atención a como lo haces. Ciertas cosas las personas tienen que hacerlas solas para aprender… Y si tú les resuelves todo no les permites fortalecerse y aprender.
—Entiendo directora, yo pensé que hacía lo mejor. ¿Y cómo hago ahora entonces para saber en qué ayudar y en que no? —preguntó Margarita.
—Lo sabrás en el momento, usa tu intuición, verás que sabes cómo hacerlo —respondió la directora del comité de hadas madrinas aplicando en su respuesta lo mismo que le había enseñado a su consultante.
La joven hada madrina se retiró del comité agradeciendo a la directora por su tiempo y su sabiduría. A partir de ese momento. Margarita recordó esa lección cada vez que alguien la convocaba por ayuda. Poco a poco logró poner en práctica el consejo que había recibido y pudo apreciar en los resultados, hasta qué punto estaba en lo cierto la directora del comité de hadas madrinas